Vienen días, dice Jehová, en los cuales haré un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá… Pero éste es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Pondré mi ley en su mente y la escribiré en su corazón; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: “Conoce a Jehová”, porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová. Porque perdonaré la maldad de ellos y no me acordaré más de su pecado.
Jeremías 31:31, 33-34
Ésta es una maravillosa promesa. Dios va a hacer lo que la gente misma nunca pudo hacer. A pesar de todo su fracaso, les va a restaurar. Lo hará por medio de un nuevo proceso. Primero, dice: “Pondré mi ley en su mente y la escribiré en su corazón”. Ésta es una nueva motivación. Dios va a cambiar la motivación de la vida de una persona, cambiarla para que venga desde dentro en vez de desde fuera. El viejo pacto es una demanda que se hace de nosotros desde afuera. Es imposible que cumplamos esto. Pero el nuevo pacto es algo puesto dentro de nosotros. ¿Qué es esto? Amor. Amor es la motivación en el nuevo pacto. El responder en amor por Dios, en amor por lo que ya ha hecho en nuestra vida y corazón, ésa es una nueva motivación.
La segunda manifestación es un nuevo poder: “Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo”. Dios mismo es la fuerza de la vida del hombre. El suplirá el poder para actuar. Ellos son los que actúan; Él es el que suple. Ésta es una bella descripción del nuevo pacto: “Todo viniendo de Dios; nada viniendo de mí”. No “yo intentando hacer algo por Dios”, sino “Dios haciendo algo para mí, por medio de mí, en todo lo que hago”. Eso es el nuevo poder.
Y después hay una nueva familia: “Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni ninguno a su hermano, diciendo: ‘Conoce a Jehová´, porque todos me conocerán, desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová”. Todos aquellos en la familia se conocen los unos a los otros. Ya sabemos cuáles son los impulsos dominantes y las esperanzas subyacentes y las pasiones de cada vida, porque son todas las mismas: Que podamos conocerle mejor, ser como Él. Es por eso que cuando los cristianos se conocen los unos a los otros, aunque no se hayan conocido previamente, siempre tienen cosas comunes que compartir. Se conocen los unos a los otros y comparten la misma vida.
El nuevo pacto descansa sobre esta gran plataforma: “Porque perdonaré la maldad de ellos y no me acordaré más de su pecado”. Es así como Dios propone ganar esta batalla. Cuando la ley falla y no podemos responder en la forma en la que debiéramos, ¿cómo vamos a ganar? Es cambiado cuando empezamos a entender que la provisión ya ha sido plenamente hecha para todo nuestro fracaso. Dios no nos echa en cara nuestro fracaso. Su amor estará con nosotros y nos sostendrá hasta por medio de los resultados de nuestra locura y nuestro fracaso. No nos echa nada en cara; Él es por nosotros, y transformará todas las dificultades por las que estamos pasando para nuestra ventaja, para que nos convierta en gente transformada. Ése es el nuevo pacto en acción. Al aprender a caminar en dependencia sobre una nueva motivación y un nuevo poder, en una nueva relación los unos con los otros, descansando sobre el perdón de Dios, descubrimos que están pasando cosas maravillosas en nuestra vida.
Padre, perdóname por la forma en la que estoy tan seguro que puedo conseguirlo por mí mismo. Ayúdame a asumir esta pobreza de espíritu que me abre a las riquezas de la eternidad.
Aplicación a la vida
¿Cuáles son tres aspectos que pueden cambiar nuestras vidas del nuevo pacto que Dios hace con Su pueblo? ¿Vemos esto como Dios involucrándose en nuestro dolor y debilidad y transformándolo por medio de Su poder y amor eterno?