Dice, pues, el Señor: “Porque este pueblo se acerca a mí con su boca y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado”.
Isaías 29:13
El problema de Israel era lo que llamamos “religión mecánica”, sin sentido, conformidad externa al desempeño de las cosas religiosas. Éste es un grave peligro. Cuando te das cuenta de que te sientes espiritualmente insensible, es un signo de alarma que te dice: “¡Ve con cuidado! Estás a punto de tener problemas”. Esto nos ocurre a todos de vez en cuando. Es sano preguntarse: “¿He perdido mi pasión por Dios? ¿Estoy cantando los himnos mecánicamente? ¿Me parecen aburridas y cotidianas las verdades de las Escrituras? ¿He perdido la sensación de júbilo en la experiencia cristiana?”. Esto es un signo de peligro. Es este “ay” al que se refiere. La provisión de Dios para esto se encuentra en la segunda parte del versículo 5 y en el versículo 6: “Acontecerá repentinamente, en un momento. Por Jehová de los ejércitos serás visitada con truenos, con terremotos y con gran ruido, con torbellino y tempestad, y con llama de fuego consumidor” (Isaías 29:5b-6).
Repentinamente Dios mandará alguna experiencia a tu vida ―un desastre, quizás―, algo que inmediatamente te llame y te mantenga la atención. Ésa es la acción que Dios toma para despertarte al peligro de alejarte de la vitalidad de tu caminar espiritual.
Siempre he apreciado la historia de dos estudiantes de la universidad de Duke que fueron a una fiesta de disfraces vestidos de demonios azules, la mascota de Duke. Empezaron a caminar hacia la fiesta, pero por error pasaron por una reunión de oración, lo cual produjo un gran éxodo por las puertas y las ventanas. Una señora se quedó enganchada en el banco de la iglesia y empezó a gritar aterrorizada. Olvidando que eran ellos los que le estaban causando su agonía, los dos jóvenes se apresuraron a ayudarla. Al verlos avanzar subió las manos y dijo: “¡Alto! No os acerquéis más. Quiero que sepáis que he sido miembro de esta iglesia por 25 años, ¡pero he estado de vuestro lado todo el tiempo!”. Eso es lo que llamamos un momento de verdad. Es una experiencia muy valiosa.
Hay veces que Dios nos manda algo que nos despierta de pronto a la deriva en nuestra vida. Es por esto que ha mostrado tanta ayuda mediante los profetas y los apóstoles, advirtiéndonos del peligro de la deriva espiritual y del peligro de vivir mecánicamente como un cristiano.
Gracias, Señor, por buscarme sin cesar cuando caigo en la religión mecánica. Abre mi corazón a las grandes riquezas que me esperan al vivir en un compañerismo vital con el Señor viviente y lleno de amor.
Aplicación a la vida
El amor que Dios tiene por nosotros no tolera el fingimiento y la alabanza exterior. ¿Reconocemos y estamos agradecidos cuando Él nos alerta en Su búsqueda cariñosa?