En los postreros días —dice Dios—, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños.
Hechos 2:17
Fíjate lo alerta que estaba Pedro, guiado por el Espíritu Santo. Inmediatamente empezó a hablar. A los estudiantes del seminario se les enseña que hay tres reglas básicas para un discurso público: levántate, habla en voz alta, y luego cállate. Pedro nunca llegó a la parte del “cállate”. La multitud le interrumpió antes de que llegara a la conclusión y pudiera dar el llamado al altar. Nunca tuvo la oportunidad de terminar su mensaje. El que ocurra esto es maravilloso. Cuando una multitud responde tan positivamente como ésta, es una cosa increíble.
Ocurrió porque Pedro declaró la verdad. Eso era todo lo que fue su mensaje, simplemente una explicación de la realidad. Eso es lo que es la predicación del evangelio. Es una explicación de cómo son las cosas en realidad. Es el aprovechar la ocasión para dejar claro lo que está detrás de lo que ocurre. Eso es lo que hace Pedro. Su mensaje consiste en tres cosas: Una explicación acerca del acontecimiento, el fenómeno de las lenguas; una declaración acerca de Jesús de Nazaret; y una aplicación acerca de la multitud.
Primero, les explica que esto no es lo que ellos piensan. Literalmente lo que el griego dice es que se puso de pie y les dijo: “éstos no están borrachos, como vosotros suponéis” (v. 15a). En otras palabras: “están borrachos, pero no de lo que vosotros suponéis”. No es el vino nuevo lo que les emborracha; es lo que Joel dijo que pasaría: el Espíritu de Dios ha caído sobre ellos. Es cierto que el estar controlado por el Espíritu Santo le afecta a uno un poco como lo haría el alcohol. Pablo insinúa esta misma cosa en Efesios: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:18).
Cuando los espectadores vieron a estos hombres y mujeres, notaron que estaban entusiasmados y locuaces, hablando libre y fácilmente, y actuando de un modo bastante raro. Por lo cual, no era inusual que concluyeran que estaban borrachos. Pero Pedro dice: “No; se han equivocado. La razón por la que estás equivocado es porque sólo son las nueve de la mañana. ¡Todo el mundo sabe que casi nadie bebe antes de las once! Así que no puede ser que estén borrachos con vino nuevo; están borrachos del Espíritu”.
Pedro entonces cita un pasaje increíble del profeta Joel en los versículos 17 al 21. Su explicación es muy simple. Esto, dijo, es lo que Joel declaró que ocurriría. La clave a este pasaje de Joel es la frase “toda carne”. “Derramaré de mi Espíritu sobre toda carne”. Si lees la profecía como ocurre en Joel, encontrarás que, antes de este pasaje, el profeta había predicho que el Señor visitaría a Su pueblo. Él vendría a ellos y viviría en medio de ellos. Entonces, después de esta visitación, “derramaré de mi Espíritu sobre toda carne”. El contraste está entre la visitación de Dios a Israel y el derrame del Espíritu sobre todos los pueblos en todas partes, tanto gentiles como judíos. Las buenas nuevas sobre Jesucristo han de ser predicadas tanto a los gentiles como a los judíos. Hasta este momento esto había estado confinado a la nación judía. Ahora Pedro anuncia que el tiempo ha llegado cuando Dios derramaría Su Espíritu tanto sobre los judíos como sobre los gentiles. No a todos los pueblos en todas partes, sino a todo tipo de personas: hombres jóvenes, mujeres jóvenes, varón y hembra. “Vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones.” Fíjate en el énfasis sobre la juventud. Dios está diciendo que ésta es la era del Espíritu: el liderazgo, la efectividad y el poder no serán limitados a las canas, sino que también los hombres jóvenes y las mujeres jóvenes hablarán y serán líderes. Incluso los sirvientes, tanto hombres como mujeres, gente desconocida, gente insignificante, sobre ellos Dios derramará de Su Espíritu; y ellos profetizarán. Todas las clases son afectadas por esto.
Gracias, Padre, por este increíble fenómeno del Espíritu y por el hecho de que todavía vivo en la era del Espíritu, cuando todo lo que estás haciendo hoy se hace por la fuerza y el poder del Espíritu Santo. Concédeme que pueda entender y experimentar esto.
Aplicación a la vida
El Espíritu Santo no discrimina cuando escoge vasijas para Su servicio. ¿Ponemos limitaciones sobre Su obra en otros y en nosotros porque ellos o nosotros no cabemos en las categorías humanas de elegibilidad?