Y perseveraban en la doctrina de los apóstoles, en la comunión unos con otros, en el partimiento del pan y en las oraciones.
Hechos 2:42
Una de las cosas a las que se entregaba la joven iglesia era el compañerismo, que significa el tener todas las cosas en común, en otras palabras, el compartir juntos. Comenzaron a conocerse y a quererse los unos a los otros. Aquí hay 3.000 personas que son añadidas de pronto a un pequeño grupo de veinte. La mayoría de ellos probablemente eran extraños antes de este momento. Muchos de ellos habían venido de otras partes del mundo a Jerusalén para esta ocasión. No se conocían. Pero ahora eran uno en Cristo, y comienzan a quererse los unos a los otros y a hablarse los unos a los otros, para averiguar lo que cada uno había estado pensando y cómo cada uno había estado reaccionando, y para compartir sus problemas y cargas y necesidades, para hablar de estas cosas juntos y para orar juntos sobre estas cosas. Había un maravilloso sentimiento de comunidad, de sentirse como en familia los unos con los otros. El compañerismo es el modo de vida que el cuerpo de Cristo debe tener.
Dios ha diseñado que Su vida debiera manifestarse por medio de un cuerpo. Si el cuerpo no está operando, entonces la vida no se manifiesta. Eso significa que no hay poder, porque la vida de Dios siempre es poder. La razón por la que la iglesia ha estado tan impotente últimamente es por haber estado tan fragmentada y rota. Nos hemos separado los unos de los otros. En Efesios, el apóstol Pablo dice: “Y no entristezcáis al Espíritu Santo de Dios” (Efesios 4:30a). Entonces hace una lista de las cosas que le entristecen: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería, maledicencia y toda malicia. Antes sed bondadosos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:31-32).
Si eso no está ocurriendo, entonces el Espíritu de Dios está entristecido. Cuando está entristecido, no actúa. No hay vida. La iglesia se desanima, está muerta, estéril y mediocre. Todo esto se manifiesta en un ritual vacío, sin ninguna vitalidad. La intención de Dios es que los cristianos tengan compañerismo, que compartan sus vidas los unos con los otros y sus pensamientos y sus problemas, que ayuden a llevar las cargas juntos y así cumplir la ley de Cristo. No es una opción; es algo esencial. Es por esto que cuando el Espíritu Santo de Dios comienza a moverse en una congregación, o en cualquier congregación de cristianos, Él comienza en este punto. Él comienza a sanar aquello que está roto en sus vidas y en sus relaciones interpersonales, para que puedan reconocer ante los otros su malicia, su ira, sus frustraciones y sus resentimientos, y para perdonarse mutuamente. Es entonces que la vida fluye de nuevo por el cuerpo del Señor Jesucristo.
Padre, abre mi corazón hacia otros y hacia Ti. Quebrántame y derrite la resistencia que construyo en mí en contra de otros. Hazme ser de un solo corazón y una sola mente con otros en el cuerpo, generoso en dar, contento de participar en cualquier cosa que avance esta maravillosa obra que se lleva a cabo en medio de un mundo que rápidamente se está sumiendo en la oscuridad, el vacío y la frialdad. Gracias, Señor, por el calor de Tu Espíritu, y por Tu poder y Tu gracia entre Tu pueblo.
Aplicación a la vida
¿Cuál es el significado bíblico del compañerismo? Cuando el cuerpo de Cristo se encuentra impotente, ¿cuál es el remedio indicado? ¿Estamos entregados a construir comunidad entre aquellos con los que alabamos y servimos?