Pablo, después de recorrer las regiones superiores, vino a Éfeso, y hallando a ciertos discípulos, les preguntó: —¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?
Hechos 19:1b-2a
Cuando Pablo vino a Éfeso, encontró hombres y mujeres que habían sido informados sobre Jesús; por lo menos sabían del bautismo de Juan. Obviamente pensó que eran cristianos cuando se encontró con ellos por primera vez. Pero, al observarlos, vió que había algo que faltaba, y estoy seguro que había un poco de desconcierto en su voz cuando finalmente les dijo: “¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?”. Esta pregunta indica que el modelo cristiano normal es que el Espíritu es dado inmediatamente cuando uno cree en Jesucristo. No hay ninguna sugerencia aquí de que el Espíritu de Dios es dado mucho tiempo después de haber creído en Cristo.
Hay mucha gente que cree en Jesús hoy en día, y, sin embargo, no hay mucha evidencia de la obra del Espíritu Santo. Hay muchas iglesias en nuestra tierra hoy donde a veces tengo el privilegio de hablar, y quiero decirle a la gente: “¿Recibisteis el Espíritu Santo cuando creísteis?”. No hay evidencia de ello.
El Espíritu Santo se da cuando uno cree en el Señor Jesús, pero eso no cesa con un acto de creencia. Debemos seguir creyendo en el Señor Jesús y, por lo tanto, manifestar Su poder y vitalidad en nuestras vidas. Es ese acto continuo de creencia que libera la frescura del Espíritu en nuestras vidas. Pablo les dice a los colosenses: “Por tanto, de la manera que habéis recibido al Señor Jesucristo, andad en él” (Colosenses 2:6). “Así como le recibisteis por un acto de creencia, continuad creyendo, andad en él, vivid en él, para que podáis demostrar el poder del Espíritu Santo.”
Así que, ¿qué es lo que está mal cuando no hay evidencia de la obra del Espíritu? No hay júbilo; no hay gracia; no hay poder. Es porque no estamos creyendo en Él. Creímos en Él una vez, pero eso ha cesado. No hay ningún sentido de expectación; no hay una anticipación fresca de Su obra en nuestras vidas hoy.
¿Hay evidencia del Espíritu de Dios en tu vida? ¿Son Su presencia, Su poder, Su obra, la frescura, la vitalidad, el entusiasmo del Espíritu visibles en tu vida cristiana? Si no, has cesado de creer en Jesús. Debe haber esta expectación de Su obra, ya que Él se hace disponible a nosotros continuamente, momento a momento, para cumplir cada demanda que la vida hace sobre nosotros, como esperamos que lo haga. Esa nota de expectación es la evidencia, o el signo, de fe que marca la diferencia entre la esterilidad, la falta de vida y la monotonía de la religiosidad sin el Espíritu, y el rebosar, la frescura, y el vigor y el poder de una vida llena del Espíritu. Así que esta pregunta, dirigida a estos medio cristianos de la antigüedad en Éfeso, todavía tiene significado para nosotros hoy en día, al entender la necesidad de un acto de fe continuo en el Señor Jesús.
Señor Jesús, cuán frecuentemente no puedo comprender la verdad de Tu promesa de que Tú has venido a vivir en mí. Concédeme nuevamente, Señor, la fe para apropiarme esta promesa y hacerla visible en mi vida.
Aplicación a la vida
¿Nos hemos conformado con ser “medio cristianos”, ausentes del poder del Espíritu Santo? ¿Cuál es la clave para liberar la frescura y la vitalidad de Su poder en y por medio de nosotros? ¿Está nuestro andar diario caracterizado por la creencia en la Palabra de Dios y de Su presencia que mora en nosotros?