Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a él venían. Predicaba el reino de Dios y enseñaba acerca del Señor Jesucristo, abiertamente y sin impedimento.
Hechos 28:30-31
Esto es lo que me gusta llamar “el final del principio”. El libro de Hechos es tan sólo el comienzo de una crónica de la operación del cuerpo de Cristo obrando en el mundo desde Su resurrección y ascensión. Es tan sólo el primer capítulo. Nos encontramos ahora en la última página de ese capítulo. El resto de la crónica está siendo escrita al desplegarse la historia. Frescos y maravillosos capítulos están siendo escritos en nuestros días, últimamente para ser incorporados a este relato. Es un tremendo privilegio y júbilo el ser parte de una crónica divina.
Una de las cosas más impresionantes de esta última sección son las dos últimas palabras. ¿Te das cuenta de cómo termina el libro de Hechos? Con las palabras “sin impedimento”. Eso describe la libertad del evangelio. Pablo fue entorpecido; todavía encadenado día y noche a un guarda romano. Pero podía recibir a sus amistades. Podía caminar en su casa y su patio, y podía ministrar y enseñar ahí. Pablo nunca se fastidió bajo esta restricción. Sus cartas de este período están llenas de júbilo y regocijo. Nunca se inquietó sobre su condición, sino que le dio la bienvenida a todos aquellos que vinieron y mandó cartas de regreso con ellos. Fue durante este tiempo que escribió Filipenses, Efesios, Colosenses y la carta a Filemón. ¡Qué verdades tan tremendas se presentan en estas cartas que tuvo el tiempo para escribir porque ya no podía viajar al extranjero!
Tú y yo podemos estar agradecidos que Dios le mantuvo quieto lo bastante como para poder escribirlas; de otro modo hubiéramos sido desprovistos de estos grandes mensajes que han cambiado la historia. Aun así, Pablo debía aparecer frente al emperador. En el próximo año o por ahí, una gran persecución se produjo bajo el despiadado emperador Nerón, que fue una de las más grandes que sufrieron los cristianos. Pero la Palabra no fue entorpecida. Sin importar las condiciones de la iglesia, la Palabra de Dios nunca es atada.
Tradición y otras Escrituras nos sugieren que, al final de un período de dos años, Pablo fue soltado. Sin embargo, finalmente fue arrestado de nuevo. Esta vez, en vez de ser permitido vivir en una casa alquilada, fue echado a un calabozo oscuro y limoso. Ahí escribió su segunda carta a Timoteo, que refleja las condiciones de ese encierro: oscuro y húmedo, solitario y aislado. Finalmente, de acuerdo con la tradición, fue sacado un día al principio de la primavera y llevado fuera de los muros de Roma. Ahí se arrodilló, y una espada destelló en el sol. Se le cortó la cabeza, y el apóstol se fue a casa para estar con el Señor.
Si seremos obedientes a lo que es descrito en un lenguaje tan claro en el libro de Hechos, Dios suplirá todo el poder y la vitalidad que necesitamos. Los cambios extensos hechos posibles por la vida de Cristo en Su cuerpo pueden ocurrir entre nosotros hoy en día exactamente como ocurrieron en el primer siglo. El poder disponible a nosotros es exactamente el mismo. Las condiciones del mundo en el que vivimos son exactamente iguales. La vida del cuerpo de Cristo ha de seguir en el siglo veinte exactamente como se vivió en el primer siglo. Y si Dios lo concede, seremos hombres y mujeres de fe, con vigor y visión, dispuestos a movernos con el Espíritu creador, innovador, en nuestros días y en nuestra edad, para que podamos compartir en los triunfos del evangelio, como se escribe aquí en Hechos.
Padre, gracias por el reto de este libro, por lo que ya ha significado para mí, y por lo que puede significar para mí en los días y en los años venideros. Gracias por el desafío de la vida del apóstol. ¡Cómo estoy conmovido a ser fiel a la misma gran causa por la cual él dio su vida!
Aplicación a la vida
¡El método de proclamación de Dios es por medio de Su pueblo! ¿Estamos limitando la extensión de las buenas nuevas a causa de nuestra apatía? ¿Por desobediencia deliberada? ¿A causa del temor de ser rechazados y de persecución? ¿Nos damos cuenta de las enormes consecuencias de nuestra respuesta a esta oportunidad incomparable?