Orad en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu...
Efesios 6:18a
La oración revela tres hechos. Cuando oramos reconocemos, primero, la existencia de un reino invisible. Nunca oraríamos en absoluto si no tuviéramos alguna consciencia de que Alguien está escuchando, de que detrás del ámbito de lo visible hay un reino invisible. No está en algún lugar lejano en el espacio; está aquí mismo. Nos rodea por todas partes. Estamos constantemente en contacto con Él, aunque no siempre lo reconozcamos. Está bajo la fachada de la vida, y por todas las Escrituras hay exhortaciones a prestar atención a esto, contar con ello, tratar con ello y admitir que existe.
El segundo hecho que revela la oración es que nosotros los cristianos tenemos confianza en que el reino de Dios es altamente relevante, en que afecta a nuestras vidas directamente, en que las cosas visibles que están ocurriendo en nuestro mundo son un resultado directo de algo que está ocurriendo en el ámbito de lo invisible. Por tanto, si usted quiere cambiar lo visible, debe empezar con lo invisible.
Tercero, nuestras oraciones juegan un papel esencial en traer el poder invisible de Dios a la vida visible. Dios contesta las oraciones. La oración es significativa y poderosa; no es una súplica penosa y patética con sólo una escasa probabilidad de ser contestada. No, es poderosa. ¡Dios contesta! La oración es una conexión esencial en la obra de Dios en el mundo hoy. Sin ella, Él no obra a menudo; con ella, ciertamente lo hace. La oración revela estos tres hechos.
Pero debemos añadir inmediatamente que Dios contesta a la oración de acuerdo con Sus promesas. Esto es muy necesario decirlo hoy día, pues hay un concepto vago, pero muy extendido, de que Dios contesta cualquier clase de oración, que no importa lo que usted desee o cómo lo pida, Él se compromete a concederlo. Esto, por supuesto, desemboca frecuentemente en desilusiones y da lugar a la creencia extendida de que la oración es inefectiva. La verdad es que Dios contesta todas las oraciones que se basan en una promesa.
Eso es lo que Pablo quiere decir cuando nos recuerda que hemos de orar en todo tiempo en el Espíritu.
¡En el Espíritu!
Muchos entienden esta frase como si describiera las emociones que deberíamos tener cuando oramos.
Piensan que es necesario estar grandemente conmovido antes de que la oración sea efectiva.
Bueno, a veces esto es posible, pero no es lo esencial para la efectividad de la oración.
Y ciertamente no es lo que significa esta frase, en el Espíritu
.
Orar en el Espíritu significa orar de acuerdo con las promesas que el Espíritu ha dado y el carácter de Dios que el Espíritu ha dado a conocer.
Dios nunca ha prometido contestar simplemente cualquier oración, sino que promete contestar la oración del modo que cuidadosamente nos ha descrito.
Cuando usted aprenda a orar sobre esa base, descubrirá las cosas excitantes e inesperadas que ocurren constantemente, y que hay un poder, silencioso pero grandioso, obrando, en el cual puede confiar. Al aprender a orar de esta manera, usted encuentra que se pone a su disposición un arma tremenda, un gran poder para influenciar su propia vida y las vidas de otros, especialmente en lo que se refiere a los ataques del enemigo.
Padre, gracias por Tus preciosas y magníficas promesas, por las cuales puedo orar confiadamente en el Espíritu.
Aplicación a la vida
Dedique algún tiempo a hacer una lista de las promesas de Dios. ¿Cómo pueden estas promesas transformar su vida de oración?