Por lo demás, hermanos míos, fortaleceos en el Señor y en su fuerza poderosa. Vestíos de toda la armadura de Dios, para que podáis estar firmes contra las asechanzas del diablo, porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este mundo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.
Efesios 6:10-12
Está claro que el punto de vista de Pablo sobre la característica básica de la vida puede ser resumido en una palabra: lucha. La vida, dice él, es un conflicto, un combate, una pelea continua. Esto se confirma con nuestra experiencia. A todos nos gustaría pensar que la vida es un ideal romántico; a la mayoría de nosotros nos gustaría pensar en nosotros como viviendo en un mundo ideal, donde todo va bien y podemos pasar nuestros días disfrutando y relajándonos, con nada más que el trabajo justo para entretenernos. No está mal que tengamos esos sueños. Estos ideales románticos son el vestigio de la intención que Dios tuvo una vez para la vida humana y, cuando Dios quiera, será posible para los humanos otra vez. Pero el apóstol Pablo no está hablando de esa clase de vida. Él está bregando con la vida tal como es hoy en la realidad y dice que la vida es una lucha, un conflicto, un combate contra fuerzas enemigas. Si intentamos quedarnos al margen, alejarnos de la lucha, continuamente nos encontraremos arrastrados de vuelta a la realidad. Algún hecho desagradable se entromete en nuestro hermoso mundo y se niega a marcharse.
El apóstol también dice que este conflicto no es contra carne y sangre, o sea, no es una lucha del hombre contra el hombre.
Puede ser una lucha en el interior del hombre, pero no entre hombres.
Me pregunto qué contestaríamos si nos preguntaran: ¿Qué cosa le da más problemas en la vida? o ¿en qué consiste la lucha de la vida?
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Muchos sentirían que es una lucha contra carne y sangre.
Pero el apóstol dice que la vida no se puede explicar a ese nivel; usted debe mirar aún más profundamente.
Contra la totalidad de la raza humana existen una serie de principados y potestades, gobernadores de las tinieblas, espíritus malvados en las regiones celestes.
Ahí está tu problema, dice Pablo.
Esos son los enemigos a los que nos enfrentamos.
Y no es sólo a los cristianos a los que se oponen, sino a todo hombre, en todas partes.
Los principados y potestades, los gobernadores del mundo de esta oscuridad presente, se oponen a la totalidad de la raza humana.
Ésta es la explicación clara de Pablo de la lucha que es la vida.
No podemos entender la vida a menos que empecemos por ahí.
No podemos entender la historia si rechazamos esta tesis de que, detrás de los problemas y del mal que se manifiestan en la humanidad, hay un reino organizado de principados y potestades, a varios niveles de autoridad, que se sitúan como gobernadores mundiales de la oscuridad presente.
El mundo le dice al cristiano: ¿Por qué hablar sobre esta clase de cosas?
¿Por qué no hablan de algo relevante?
¿Por qué no se ocupan de algo que tenga sentido hoy día?
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Pero ¿qué podría ser más relevante que esta enseñanza que pone el dedo en la llaga del problema básico?
¿De qué sirve seguir afanándose en curar la fiebre, sin detenerse nunca a analizar la enfermedad?
Gracias, Señor, por este mensaje sobre la realidad, que me habla en medio de mi complacencia y letargo y me empuja a ver la vida como realmente es.
Aplicación a la vida
¿De qué maneras ha sido usted lo bastante tonto como para pensar que las luchas reales que sostiene son contra carne y sangre?