Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza, y tú la herirás en el talón.
Génesis 3:15
Éste es uno de los versículos más asombrosos en la Biblia. Los padres de la iglesia primitiva lo llamaron el Protevangelium, que significa “la primera predicación del evangelio”. Es la promesa más clara de la venida del Redentor. Hay varias características insólitas acerca de este notable versículo que revelan la mano divina.
Para empezar, anuncia que existirá una enemistad interminable entre dos clases de la humanidad. Aquí tenemos el principio de dos divisiones de la humanidad en la que la Biblia divide a la raza. Su primera manifestación es la de la enemistad entre Eva y la serpiente. “Pondré enemistad entre ti y la mujer”, dice Dios. Esto es comprensible. Podemos ver por qué Eva detestaría a aquel que la había traicionado por medio de sus mentiras y, conforme se volverían más evidente en su propia vida los efectos de la caída, harían que aborreciese continuamente a aquel que, de una manera tan lista y despiadada, había hecho que ella fuese por el mal camino. Por otro lado, el enemigo la odiaría sin duda porque ella era el objeto del amor de Dios y Su mano de protección estaba alrededor de ella. Pero, además, no se trataba sencillamente de una enemistad entre la mujer y el demonio, sino entre su simiente y la simiente de la mujer.
De la única manera que se puede explicar esta profecía es de que tiene su cumplimiento en el nacimiento virginal del Señor Jesús. Este concepto de la simiente de la mujer es único. Es la simiente del hombre la que es la línea de descendencia, y todas las genealogías de la Biblia siguen la línea de descendencia por medio del hombre.
Esto es algo que continúa actualmente en la mayoría de las sociedades. Incluso hoy en día las familias normalmente llevan el nombre del hombre. Cuando una pareja se casa, normalmente es la mujer la que deja de usar su apellido para adoptar el del marido. Pero aquí se nos dice de una manera muy distintiva que el que debe herir la cabeza de la serpiente es la simiente de la mujer. Pero en toda la historia humana solamente hay Uno que puede hacer que se cumpla esta condición, y es Jesús.
De manera que la simiente es Cristo. He aquí la más asombrosa profecía, que mira a través de los siglos al día en que Jesús nacería de María: “Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya; ésta te herirá en la cabeza”. El cumplimiento de esta promesa, la simiente de la mujer, sería un hombre, nacido de mujer.
Los que recibieron esta palabra del Antiguo Testamento no pudieron entender lo que esto significaba, pero ahora sabemos que se refiere al nacimiento humilde que tuvo lugar en Belén, a los años de silencio en Nazaret, a la oscuridad en Getsemaní, a la oposición de Jerusalén, al odio de Judas, de Pilato y de Caifás, a la sangre y la muerte en la cruz; todo esto representa herir en el talón. Entonces la serpiente fue herida en la cabeza por la gloria de la resurrección. Toda esta promesa se cumple claramente en Jesucristo.
Padre, me doy cuenta de la manera en que Tú has estado llevando a cabo Tu maravilloso plan de la redención desde el principio. Gracias, Señor, porque conozco a Aquel cuyo talón fue herido, pero que resucitó con victoria.
Aplicación a la vida
¿Cómo explica la Biblia la interminable enemistad entre las dos divisiones de la humanidad? ¿Ha germinado la Simiente que nos ha sido dada y que crece en nuestro interior dando fruto?