Éste es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia después de ti: Todo varón de entre vosotros será circuncidado.
Génesis 17:10
¡Qué cosa tan extraña es ésta, que representa literalmente cortar la carne como señal del señorío de Dios! Ésta es la gran señal de los judíos, que forma parte del propósito de Dios como señal de Su posesión, de que eran instrumento de Dios que sería usado para bendición entre las naciones. Fue colocado en esa parte en particular del cuerpo para indicar que debían estar físicamente apartados de las demás naciones. El órgano mismo que podía ser violado llevaba en sí la marca de la propiedad de Dios. Al leer el curso de la historia judía, vemos cómo esta marca, cuyo propósito era el ser una señal de humildad y servicio, ha sido pervertida, convirtiéndose en una marca de superioridad y favoritismo. Los que la llevaron comenzaron a considerar a otros como “perros gentiles”, y a ser ellos mismos pagados de su propia rectitud y orgullosos de su supuesta posición favorecida ante Dios. De esta manera comenzó el espíritu de antisemitismo que aflige al mundo, de manera que hoy ha aparecido el espíritu de anti-gentilismo que lo precedió y, como es natural, esto no justifica ninguna de las dos posturas.
Ahora bien, recordemos que lo que era físico y literal para Abram tiene la intención de tener un significado espiritual para nosotros. En el Nuevo Testamento no leemos ya acerca de la circuncisión sino acerca del corazón, que es el símbolo del alma, la mente, las emociones y la voluntad, es decir, toda la personalidad. Todos los creyentes en Cristo deben tener en sus corazones la señal del señorío de Cristo. Toda la personalidad debe estar a Su disposición.
Éste es el significado de la circuncisión del corazón: Los corazones de los creyentes deben estar totalmente a disposición de Cristo, para que Él los use conforme a Su voluntad, con todas sus emociones, su mente, su intelecto dedicados y disponibles, listos ante el mandato de Jesucristo para ser usados para Sus propósitos. Pablo dice a los filipenses: “Nosotros somos la circuncisión, los que en espíritu servimos a Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús, no teniendo confianza en la carne” (Filipenses 3:3). No debemos depender de ninguna manera de nosotros mismos, sino totalmente de Él. Cada pensamiento, cada imaginación debe quedar cautiva en Cristo, que es la vida circuncidada. “Caminad, pues, ante mí y sed sinceros e irreprochables.” Esa será una vida de fruto, una vida que le complazca verdaderamente a Dios, porque todo ello tiene su origen en darnos cuenta de que el Dios que vive en nuestro interior es El Shaddai, el Dios que es suficiente.
Padre, es muy posible que yo dé la impresión de que te pertenezco totalmente, a pesar de lo cual, sea bastante falso en lo que se refiere a ese ideal. Ayúdame a descubrir la gloria de la vida circuncidada.
Aplicación a la vida
Como personas que le pertenecemos a Cristo, se supone que debemos llevar de manera automática la señal de Su señorío en toda nuestra personalidad. ¿Estamos nosotros pensando y respondiendo como si Jesús estuviese vivo en nosotros?