Oracion y testimonio

Perseverad en la oración, velando en ella con acción de gracias. Orad también al mismo tiempo por nosotros, para que el Señor nos abra puerta para la palabra, a fin de dar a conocer el misterio de Cristo, por el cual también estoy preso, para que lo dé a conocer anunciándolo como es debido. Andad sabiamente para con los de afuera, aprovechando bien el tiempo.

Colosenses 4:2-5

La oración debería ser algo central en nuestras vidas. Pablo dice que velemos y oremos. Esto nos trae a la mente las palabras de Jesús en el huerto de Getsemaní. Él les dijo: Velad y orad para que no entréis en tentación (Mateo 26:41a). Ellos no le obedecieron, sino que se quedaron dormidos, inconscientes del peligro en que estaban. Consecuentemente, Pedro negó a su Señor, y Santiago y Juan huyeron en la oscuridad y abandonaron al Señor.

Este mensaje subraya la inconsciencia con la que vivimos en un mundo peligroso. Estamos bajo un ataque sutil todo el tiempo, y deberíamos ser conscientes de lo que está haciendo en nuestras vidas, cómo nos roba la alegría, se lleva nuestra paz o restringe nuestro amor, cambiándonos y volviéndonos apagados y superficiales en nuestras reacciones. Cuando sienta que algo en su vida está aminorando su vigor espiritual, ore para que Dios lo restaure. Y no sólo ore por sí mismo, sino también por los demás, para que haya puertas abiertas para los que están ministrando. Pablo está en prisión, limitado, encadenado, y está pidiendo a Dios que lo libere para proclamar este mensaje magnífico: el misterio de Cristo. El cristianismo es ciertamente revolucionario, incluso un movimiento peligroso. La iglesia es un peligroso conjunto de personas. Si se deja suelta en este mundo, la iglesia cuestionará muchas cosas que nos rodean. Y así debería ser. Nos veremos en problemas a veces. Por eso es por lo que necesitamos velar y orar.

Aun más, tenemos que ser sensibles, sabios en el modo en que actuamos con los de afuera, aprovechando al máximo todas las oportunidades. Hacer eso es lo más sensible. Escúchese cómo habla. ¿Qué piensan los no cristianos de la forma en que actúa? El doctor Richard Halverson, el capellán del senado, me contó una vez acerca de un estudio bíblico en casa al que él había asistido, donde estaban presentes cristianos y no cristianos. Un hombre abrió la clase orando, y mientras oraba, Richard, como muchos de nosotros hacemos a veces, decía en voz baja: Amén, amén a lo que el hombre oraba. A la mañana siguiente este hombre le dijo: Estuve muy agradecido de tenerle en clase anoche. Pero cuando estaba orando le oía decir: Amén. ¿Se ha puesto a pensar lo que los no cristianos que estaban presentes pensaban de eso? Ellos no están acostumbrados a esa clase de cosas. Deben de haber pensado que usted es un fanático. Probablemente se sintieron incómodos. Richard Halverson tuvo la generosidad de decir: Aprecio a ese hombre. Estoy encantado de que me indicara eso. En los primeros tiempos, cuando teníamos una gran cantidad de estudios evangelísticos de Biblia en casa, uno de los problemas que tuvimos era que los cristianos, mostrando una actitud engreída, suscitaban cuestiones que hacían que los demás se sintieran incómodos. Eso es una equivocación terrible. Aquí Pablo nos recuerda que seamos sensibles y sabios en la forma de actuar, pero que aprovechemos al máximo todas las oportunidades. A causa de que los tiempos son malos, las oportunidades de dar testimonio abundan por todas partes.

Padre, hazme ver las puertas abiertas que has puesto ante mí. Enséñame a ser un testigo cautivador de Tu amor y gracia.