Pero si nuestro evangelio está aún encubierto, entre los que se pierden está encubierto; esto es, entre los incrédulos, a quienes el dios de este mundo les cegó el entendimiento, para que no les resplandezca la luz del evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.
2 Corintios 4:3-4
En este punto de la carta de Pablo las realidades desagradables de la vida se entrometen de nuevo. Ésa es la gloria del evangelio; nunca trata solamente con el ideal, sino con la vida tal como es. Idealmente, si Dios es responsable de los resultados y está deseoso de que todos los hombres se salven, entonces siempre que el evangelio fuera predicado debería haber muchas respuestas. Pero, en la práctica real, esto no siempre es verdad. Entonces, ¿qué pasa?
Una vez más el velo de orgullo aparece en esta discusión.
La referencia esta vez no es a los velos de los evangélicos, sino a aquellos usados por los hombres y mujeres mundanos cuando afrontan las buenas noticias de Jesús.
Pablo se refirió anteriormente al fenómeno de ser las dos cosas: vida para vida
para aquellos que oyen su predicación y muerte para muerte
para los demás.
Estos últimos no ven nada bueno en las buenas noticias
, porque hay un velo sobre sus mentes oscureciendo su habilidad de percibir la verdad.
A ellos el evangelio no les parece realista, sino alejado de la vida real, atrayendo sólo a aquellos que tienen una vena religiosa
.
Aquí es donde vislumbramos al enemigo. El dios de este mundo (Satanás) ha cegado las mentes de los incrédulos. Satanás usa el orgullo para cegar sus ojos. Ellos están muy seguros de su propia habilidad para vivir la vida; a ellos Jesús les parece prescindible. No llegan a ver que Él está en el centro de la vida y que toda la realidad deriva su contenido de Él. ¡Argumentar en Su contra es discutir con el mismo poder que hace posible tomar el aliento para expresar el argumento! Jesús es Señor, lo sepan los hombres o no.
Es trágico que aquellos que fracasan en ver al evangelio como una realidad estén dándole la espalda a lo que precisamente necesitan encontrar más desesperadamente.
El centro del evangelio es Cristo, y Cristo es la imagen de Dios.
Por tanto, lo que estas personas se pierden es el secreto de la semejanza a Dios, y eso es lo que los hombres anhelan más que nada.
Dios es un ser totalmente independiente; no tiene necesidad dentro de Sí de nadie ni de nada y, sin embargo, por amor, se da a Sí mismo gratuitamente a todas Sus criaturas.
Es la misma clase de independencia que la humanidad anhela.
Para la mayoría de las personas, ésa es la esencia de la semejanza a Dios, y por eso es por lo que la gente clama: ¡Déjame ser yo mismo!
¡Tengo que ser yo mismo!
Lo que la gente no entiende por esta visión velada de la realidad, es que tal independencia para los seres humanos debe nacer de la dependencia. Es deseo de Dios que la gente sea semejante a Él. Quiere que seamos independientes de todas las otras criaturas y cosas del universo, precisamente porque somos totalmente dependientes de Él.
Padre, te pido que quites el velo de aquellos que no han visto la gloria de Cristo. Sólo Tú eres capaz de hacer esto.
Aplicación a la vida
¿Es usted independiente de todas las otras criaturas del universo porque depende totalmente de Él? ¿Hay alguna relación a la que pueda aplicar esta verdad?