Por tanto, no desmayamos; antes, aunque este nuestro hombre exterior se va desgastando, el interior no obstante se renueva de día en día, pues esta leve tribulación momentánea produce en nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; no mirando nosotros las cosas que se ven, sino las que no se ven, pues las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas.
2 Corintios 4:16-18
Hay aspectos de nuestra experiencia presente que indican que algo mucho más grande está llegando. Hay una renovación interior diaria que experimentamos como cristianos, el agudo contraste que Pablo dibuja entre los efectos de la vejez sobre el cuerpo y la sabiduría y el amor crecientes que caracterizan el espíritu de quien anda con Dios. Hay una belleza en la vejez con Dios de la que la juventud no sabe nada. El espíritu se ensancha y se vuelve sereno, aunque el cuerpo sienta un dolor creciente.
¿Qué está pasando?
El hombre exterior está perdiendo la batalla, la fuerza de la juventud titubea y se esfuma, la noche se acerca.
Pero el hombre interior está alcanzando la luz, creciendo en fuerza y belleza.
Esta renovación interna es otra forma de describir al nuevo pacto en acción:
Todo viene de Dios, nada viene de mí
.
La ley del pecado y la muerte está destruyendo el cuerpo; la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús está renovando el espíritu de gloria en gloria
.
¡Pablo declara con firmeza que son nuestras mismas pruebas y dificultades las que realmente producen la gloria venidera!
Seguramente los ojos de Pablo brillaban cuando escribía esta leve tribulación momentánea
, en vista de lo que realmente soportó (ver 2 Corintios 11:24-27).
Pero no se estaba quejando.
¡Lo hacía parecer leve simplemente porque sabía que estas pruebas dolorosas estaban en realidad preparando el peso de gloria
que había de venir!
Algo tremendo está por venir. No sólo es que lo sugiera la renovación interior y que nuestra aflicción presente lo esté preparando, sino que la misma naturaleza de la fe lo garantiza. Las cosas visibles de esta vida no son sino manifestaciones transitorias de realidades perdurables que ahora no se pueden ver. Como un buen chef, Pablo ha estado despertando nuestros apetitos y estimulando nuestras expectativas con referencias veladas a una experiencia impresionante por venir.
Pablo esperaba con ansiosa anticipación el día en que dejaría su tienda terrenal y se mudaría a su morada celestial. Una visión clara de la gloria venidera debería significar que nuestra vida presente se caracterice por tener buen ánimo. Seguramente eso significa algo más que aguantar estoicamente. Significa estar lleno de ánimo, estar alegre, esperanzado, confiado. Se dan dos razones para esto. Primera, al prepararnos para la gloria venidera, Dios nos ha dado el Espíritu Santo como garantía. No tenemos que dudar de que la resurrección de nuestro cuerpo está por venir, pues la presencia dentro de nosotros del Espíritu de resurrección lo asegura. La segunda razón para confiar es que, por medio de la resurrección, la vida será asombrosa, más allá de toda descripción. No obstante, es verdad que estamos aprendiendo a cómo manejar el cuerpo de la resurrección por la manera en que manejamos ahora nuestro cuerpo presente. Aunque la resurrección sea algo nuevo, no será enteramente nuevo.
C. S. Lewis dijo que estos cuerpos actuales se nos dan del mismo modo que los ponis se dan a los escolares ingleses: para aprender a montar los ponis, con el fin de estar listos para los gloriosos corceles que, incluso en este momento, están arqueando sus cuellos y pateando el suelo en los establos celestiales.
Señor, gracias por la esperanza. Gracias, porque esta vida no es todo lo que hay y porque, mientras mi cuerpo envejece y se debilita, mi ser interior está siendo renovado cada día.
Aplicación a la vida
¿Está siendo renovado su hombre interior mientras su cuerpo envejece? ¿Puede mirar a sus pruebas y llamarlas momentáneas y leves?