Otro ángel vino entonces y se paró ante el altar, con un incensario de oro; y se le dio mucho incienso para añadirlo a las oraciones de todos los santos sobre el altar de oro que estaba delante del trono. El humo del incienso con las oraciones de los santos subió de la mano del ángel a la presencia de Dios. Y el ángel tomó el incensario, lo llenó del fuego del altar y lo arrojó a la tierra; y hubo truenos, voces, relámpagos y un terremoto.
Apocalipsis 8:3-5
Muchos maestros identifican a este ángel con el mismo Jesús.
En el Antiguo Testamento, mientras Israel marcha por el desierto, son conducidos por un gran ángel llamado el Ángel de Yahvé
.
La mayoría de los eruditos bíblicos intuyen que era una aparición de Cristo pre-encarnado, guiando a Su pueblo a través del desierto.
Puesto que Israel está en primera línea en este libro del Apocalipsis, tendría sentido que el Ángel del Señor aparezca de nuevo en conexión con esa nación.
El Nuevo Testamento también nos enseña que Jesús es un gran Sumo Sacerdote para Su pueblo. El libro de Hebreos nos dice que Jesús es ahora un Sumo Sacerdote que intercede por los santos (Hebreos 3:1). Esto es claramente lo que este ángel-sacerdote está haciendo aquí. Él toma fuego del altar, le añade incienso junto con las oraciones de los santos, y las ofrece sobre el altar dorado de incienso ante Dios. Es un retrato maravilloso que nos dice mucho sobre la función de la oración.
¿Ha sentido usted alguna vez que sus oraciones no son escuchadas? Según esto, las oraciones de los santos, especialmente las oraciones intercesoras, son como fragancia para el olfato de Dios. Le deleitan. Huele en ellas una remembranza del carácter de Jesús, el que se dio a Sí mismo por los demás. Como estas oraciones se mezclan con el incienso proporcionado por el propio gran ángel, deleitan a Dios. Pero más que eso, mueven a Dios a la acción. Si quemar incienso es símbolo de las oraciones de los santos que están implorando a Dios para que actúe, entonces devolver ese fuego a la tierra es un símbolo de la oración contestada. En otras palabras, hemos llegado al tiempo en que Dios contestará las oraciones de Su pueblo. ¿Cuál es el resultado? Leemos que hubo truenos, voces, relámpagos y un terremoto. Estas visiones y sonidos marcan el cierre de esta era presente y la apertura del reino de Dios sobre la tierra.
Hay una oración que el pueblo de Dios de todas las épocas ha pedido y que nunca ha sido contestada aún.
Esta oración ha sido elevada por los santos de Dios desde los albores de la raza.
Es la oración que Jesús enseñó a Sus discípulos para orar: Venga tu Reino.
Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra
(Mateo 6:10).
Esa oración nunca ha sido contestada todavía; no hemos visto el reino de Dios visiblemente en la tierra.
Invisiblemente está presente en la iglesia y se ve en la dirección de Dios sobre los asuntos de los hombres, pero, visiblemente, la oración no ha sido nunca contestada.
Pero, cuando lleguemos al final de estas tres series de juicios, encontraremos que las oraciones de los hombres se van a cumplir por fin.
Padre, anhelo el día en que esa gran oración de los santos será contestada:
Venga tu Reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. Amén.
Aplicación a la vida
¿Ora usted con la confianza de que sus oraciones, no sólo deleitan a Dios, sino que también lo mueven a actuar?