Aunque andamos en la carne, no militamos según la carne, porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas.
2 Corintios 10:3-4
Pablo dice que no empleamos las armas de la carne. ¿Cuáles son estas armas? ¿Qué es lo que usa el mundo para intentar resolver los problemas que reconoce en la sociedad? Usted sabe lo que usa: la coerción, la manipulación, los grupos de presión, los compromisos o manifestaciones que a la postre dan como resultado voces elevadas, puños amenazantes y brotes de conflictos. Éstas son las armas del mundo; así que es comprensible por qué aquellos que se gobiernan por la carne intentan emplear las armas carnales para conseguir que se hagan las cosas. Pero el testimonio universal de la historia es que éstas no funcionan.
Nosotros tenemos otras armas. Son eficaces, poderosas, y logran algo. Derribarán las fortalezas del mal, nos dice Pablo. Pero no hay respuesta en este pasaje a la pregunta: “¿Qué armas son éstas?”. El apóstol se ha referido a ellas en varios lugares en sus epístolas.
La primera arma que tenemos a nuestra disposición es la verdad. Al cristiano se le permite tener una visión de la vida y de la realidad que otros no tienen. Nosotros sabemos lo que se encuentra tras las fuerzas que operan en nuestra sociedad hoy y deberíamos saber cómo vencerlas. De eso se trata la verdad, que es realismo. Lo maravilloso de la Palabra de Dios es que cuando entiende usted al mundo tal y como lo ve la Biblia, está usted viendo la vida como es en realidad. Es por eso que es tan importante que entendamos las Escrituras, que refresquemos nuestras mentes con ellas en todo tiempo, porque estamos siendo constantemente bombardeados por la ilusión y el error cada día, y es fácil volver a pensar como piensa todo el mundo a nuestro alrededor.
El amor también es un arma poderosa, y en las Escrituras la Palabra de Dios enlaza la verdad con el amor. Cuando empieza usted a tratar a las personas con cortesía en lugar de tratarlas con ira, cuando las acepta como personas con sentimientos como los suyos y entiende que también ellas están enfrentándose con dificultades y ven las cosas distorsionadas con la misma frecuencia que le sucede a usted, cuando empieza a tratarlas como personas con problemas que necesitan ayuda (eso es lo que es el amor), entonces cambia usted todo el cuadro.
Juntamente con la verdad y el amor en las Escrituras tenemos la fe. La fe es el reconocimiento de que Dios se encuentra presente en la historia. Él no nos ha dejado solos para que nos tropecemos en el camino. El Señor Jesús tiene el control de todas las naciones de la tierra. La fe así lo cree y espera que Él haga algo. En Hebreos 11, tenemos una gran crónica acerca de personas corrientes, hombres y mujeres ordinarios como usted y yo, que encontraron, por la fe, que podían cerrar las fauces de los leones, abrir las puertas de las cárceles y cambiar el curso de la historia.
Otra arma poderosa para el cristiano, que procede de la fe, es la oración. El poder de la oración es algo que se nos muestra a lo largo de todas las Escrituras. Se nos exhorta constantemente a exponer las situaciones en las que nos encontramos a las oraciones del pueblo creyente, tanto a nivel individual como corporativo, pidiendo en oración que Dios actúe y cambie las cosas. Una y otra vez la crónica da testimonio de que los cristianos que oraban cambiaron drásticamente los acontecimientos.
Señor, ayúdame de ahora en adelante a usar las armas de la verdad, del amor, de la fe y de la oración.
Aplicación a la vida
Para todos los cristianos, la lucha espiritual es algo que damos por sentado, tanto si participamos en ella de manera activa como pasiva. ¿Nos mantenemos nosotros alertas para reconocer y participar haciendo uso de nuestras armas espirituales?