Pero el que se gloría, gloríese en el Señor. No es aprobado el que se alaba a sí mismo, sino aquel a quien Dios alaba.
2 Corintios 10:17-18
Siempre que alguien se jacte de algo, dice Pablo, debe ser de lo que ha hecho el Señor. ¡De qué modo borra de un solo golpe todas las orgullosas evaluaciones que vemos hacer a las personas acerca de sus propios ministerios! Esto es algo que nunca oímos de Pablo. En la próxima sección nos dirá algunas de las cosas que sucedieron en su ministerio, pero lo hace con las más humildes disculpas. Se siente afligido por tener que hablar acerca de lo que ha hecho. Sólo defiende su ministerio porque ésa es la clase de argumento que los corintios han estado escuchando de sus falsos maestros y dan la impresión de pensar que es importante. Encontramos un breve ejemplo del enfoque de Pablo en 1ª de Corintios 15:10, donde dice lo siguiente acerca de él mismo: “Pero por la gracia de Dios soy lo que soy; y su gracia no ha sido en vano para conmigo, antes he trabajado más que todos ellos; aunque no yo, sino la gracia de Dios que está conmigo” (1 Corintios 15:10).
Pablo reconoce siempre que lo único que cuenta es lo que hace Cristo en él, no lo que él hace por Cristo. Yo he visto algunas veces en la pared de los hogares cristianos una pequeña placa que dice:
Sólo una vida, que pronto pasará.
Sólo lo que se hace para Cristo perdurará.
Eso suena muy piadoso y no cabe duda de que encierra un cierto grado de verdad en ello, pero siempre me preocupa porque no creo que se haya expresado de una manera muy exacta. Lo que a mí me gustaría ver es:
Sólo una vida, que pronto pasará.
Sólo lo que Cristo hace a través de mí perdurará.
“Pero eso no respeta la métria del verso”, dirá usted. Es verdad, pero expresa una teología correcta, y eso es lo que a mí me interesa. No es lo que yo hago por Él lo que hace alguna diferencia, ni mucho menos. Es lo que Él hace por medio de mí. Es lo que yo espero que Él haga y lo que Él promete hacer lo que cuenta. Por lo tanto, la verdadera evaluación de un ministerio es mirar atrás y decir: “Bueno, pues, gracias a Dios por lo que ha pasado; pero yo no lo hice; fue Dios quien lo hizo por medio de mí. Me siento agradecido por el privilegio de haber tenido la oportunidad de ser un instrumento en Sus manos”. Ésa es la verdadera evaluación.
Señor, permíteme sentirme satisfecho realizando la labor que Tú me has dado para que haga, sabiendo que el fruto y la cosecha serán gracias a lo que Tú habrás realizado, y no gracias a lo que yo pueda hacer.
Aplicación a la vida
¿Recurrimos nosotros a medir y a compararnos con otras personas? ¿Hallamos contentamiento sencillamente sirviendo como amados de Cristo?