Pues no deben atesorar los hijos para los padres, sino los padres para los hijos. Y yo, con el mayor placer, gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré.
2 Corintios 12:14b-15a
Pablo se entrega a sí mismo con un amor generoso, porque él es el padre y ellos son los hijos, y él les había guiado a Cristo. Es la responsabilidad de los padres proveer desde el punto de vista económico para sus hijos y no esperar que los hijos les saquen adelante a ellos. Muchos de ustedes son padres, y algunos de ustedes están poniendo a un lado dinero que deberá ser usado para la educación de sus hijos en el futuro. El deseo de sus corazones es proveer para el bienestar y el futuro de sus hijos, porque Dios lo ha hecho de esta manera. Una de las grandes señales de los verdaderos siervos de Dios es que se entregan a sí mismos sin reserva a aquellos a los que están sirviendo, sin pedirles nada a cambio. Qué contraste es éste con los falsos apóstoles. ¡Qué molestos se sienten si usted no les sirve a cambio!
Pero fíjese usted cuál es la actitud de Pablo. Él dice: “Con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré... aunque amándoos más, sea amado menos”. Es decir, estos corintios no estaban respondiendo con amor. La reacción normal de los hijos al amor de sus padres es amarles. Pero incluso aunque los corintios no lo hiciesen, Pablo dice: “Yo voy a gastar todo lo mío en vosotros”. E indica que su amor es una forma de amor que no se puede calificar. Recuerdo haber leído hace años una historia acerca de una madre que una mañana bajó a desayunar y se encontró con una nota de su hijo junto a su plato. Él le había escrito:
- Por cortar el cesped: $2.00
- Por secar los platos: $1.00
- Por rastrillar hojas: $3.00
- Por limpiar el garaje: $4.00
- Total a deber: $10.00
Su madre no dijo nada, sino que siguió con su trabajo. Cuando su hijo regresó a casa de la escuela para comer ese día, se encontró con una nota sobre su plato que decía:
Con cariño, Mamá
- Por planchar la ropa: nada
- Por remendar calcetines: nada
- Por preparar la comida: nada
- Por vendar heridas: nada
- Por hacer galletas al horno: nada
Ésta es la actitud del apóstol. No espera nada a cambio. Sería agradable si sus esfuerzos hubieran sido correspondidos, pero incluso aunque no lo sean, eso no le va a detener. Esa clase de amor generoso e incondicional es la marca del verdadero siervo de Cristo. Usted la puede usar para poner a prueba las afirmaciones de muchas voces hoy para determinar si son siervos de Cristo, porque es la señal invariable del amor genuino, que ama sin exigir nada a cambio.
Señor, enséñame a servir a otros sin esperar lo que yo pueda recibir a cambio.
Aplicación a la vida
El amor de Dios en Cristo por nosotros es inmensurable. ¿Estamos decidiendo nosotros ser afirmaciones vivas de esa calidad del amor? ¿O le ponemos precio a nuestras relaciones?