Ya conocéis la gracia de nuestro Señor Jesucristo, que por amor a vosotros se hizo pobre siendo rico, para que vosotros con su pobreza fuerais enriquecidos.
2 Corintios 8:9
El que Cristo se humillase a Sí mismo es lo que Pablo nos pone como ejemplo de lo que significa dar. Hubo un tiempo en el que Jesús fue rico. No fue rico en la tierra, aunque en algunas ocasiones estuvo viviendo con personas ricas. Tenía vecinos y amigos que eran ricos, y algunos de los que le siguieron eran ricos, pero Él mismo no tenía nada. Pero hubo un tiempo en que fue rico, según este versículo. ¿Cuándo fue eso? ¿Se acuerda usted del discurso en el aposento alto, en la oración de Jesús que se menciona en Juan 17, donde le dice al Padre: “Ahora, pues, Padre, glorifícame tú al lado tuyo, con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo existiera” (Juan 17:5).
No sé si Pablo era consciente de esta oración o no, pero éste es un versículo muy claro que indica que Jesús se acordaba de un tiempo en que era rico, cuando todo en el universo le pertenecía. Todas las huestes celestiales se inclinaban ante Él en una adoración continua a Su nombre, y cientos de miles de personas estaban dispuestas a acudir a Su mandato. Él era el Dueño de todo; todo le pertenecía, pero lo entregó todo de manera voluntaria, volviéndose deliberadamente pobre. Como dijo Pablo en Filipenses: “se humilló a sí mismo” (Filipenses 2:8) y se convirtió en un hombre, solamente en un hombre pobre.
¿Recuerda usted como estaba constantemente tomando cosas prestadas? No tenía nada que le perteneciese. Pidió prestados alimentos, ropa, y una moneda que usó como una ilustración, un borrico para entrar en la ciudad de Jerusalén, y por último le tuvieron que prestar un sepulcro en el que le pusieron. Hubo una ocasión en la que dice que los discípulos se fueron todos a sus propias casas, pero Él se fue al monte de los Olivos, porque no tenía ningún hogar al que ir ni ningún lugar donde recostar Su cabeza.
¿Por qué hizo esto? ¿Por qué se hizo pobre? Lo que Pablo nos recuerda es que lo hizo a fin de que nosotros pudiéramos ser enriquecidos. ¿Ha pensado usted acerca de lo rico que le ha hecho a usted el Señor? Tan sólo el otro día, en medio de todo el tumulto acerca del cual informamos en la escena internacional, yo estaba pensando en lo terrible que sería tener que vivir hoy sin el Señor. ¿Le gustaría a usted hacer esto ahora que le ha conocido? ¿Le gustaría a usted renunciar a todo el gozo, toda la paz, todo el sentimiento de perdón, a que haya sido eliminada su carga de culpabilidad? ¿Renunciaría usted al sentimiento de Su presencia, a una fuente de poder que está a su disposición para cualquier cosa que necesite usted, al continuo suministro de gozo, de alegría y de restauración, al continuo enriquecimiento en su vida?
¡Qué ricos nos ha hecho Jesús! Él se hizo pobre para que nosotros pudiéramos ser ricos. Cuando piensa usted en esto, qué equivocado parece que retengamos nuestros dones de aquellos que están necesitados a nuestro alrededor. ¿Cómo podemos nosotros aferrarnos a nuestra abundancia, quedándonos con ella mientras nuestros hermanos están necesitados?
Señor, te doy gracias por el ejemplo de Jesús, que se hizo pobre para que yo pueda ser rico. Mi deseo es aprender a extender la misma gracia a aquellos a mi alrededor que están necesitados.
Aplicación a la vida
Jesús es nuestro Tesoro inestimable. ¿Estamos nosotros aprendiendo a adorarle a Él con todo lo que somos y con todo lo que tenemos? ¿Qué es lo que es posible que estemos reteniendo de Él en este día?