Pero como Dios es fiel, nuestra palabra a vosotros no es “sí” y “no”, porque el Hijo de Dios, Jesucristo, que entre vosotros ha sido predicado por nosotros... no ha sido “sí” y “no”, sino solamente “sí” en él, porque todas las promesas de Dios son en él “sí”, y en él “Amén”, por medio de nosotros, para la gloria de Dios.
2 Corintios 1:18-20
Pablo está respondiendo a la acusación de algunos que de hecho estaban diciendo que vivía exactamente como si fuese mundano, como si no fuese cristiano, diciendo que hacía lo que fuese conveniente y no se molestaba en cumplir su palabra de ninguna manera. A mí me resulta siempre interesante cómo estas epístolas corresponden de una manera tan asombrosa con lo que sucede en nuestras vidas hoy. Un problema entre los cristianos, y con frecuencia entre los cristianos más jóvenes, es que todavía no se han dado cuenta de que la fidelidad de sus compromisos debería ser una característica de ellos. A mí me sorprende, y a veces hace que me sienta desanimado, ver cuántos cristianos, incluso los de más edad, dicen que van a hacer algo o estar en alguna parte y luego no muestran el más mínimo sentido de responsabilidad para cumplir la promesa y los compromisos que han contraído.
Eso es contrario a la naturaleza del cristiano porque es contrario a la naturaleza de Dios, puesto que Él no es así. “Él es fiel”, dice Pablo. Cuando Dios dice que sí, es un sí eterno y nunca se retractará. Cuando Dios dice que no, quiere decir que no. Él nunca dice sí cuando lo que quiere decir es no. Pablo está diciendo que las promesas de Dios son siempre promesas positivas. ¿Se ha fijado usted en esto en las Escrituras? Siempre que viene usted a Dios en el nombre de Jesús y le pide usted lo que Él ha prometido, la contestación es siempre sí. Eso es lo que está diciendo esencialmente: “Sí”. Las promesas de Dios son para bendición, no para maldición.
¿Por qué cambió Pablo su plan? ¿Por qué dijo dos veces que iba a ir directamente a Corinto, pero, en lugar de ello, no fue directamente? Lo que hizo fue ir a Macedonia, y solamente fue una vez. Pablo dice que sus planes habían cambiado porque el Espíritu de Dios le había abierto los ojos para que viese las circunstancias que hicieron que cambiase de opinión. Él pudo ver que las grandes promesas de bendición que tenía Dios para esta iglesia en Corinto sólo se cumplirían si no iba directamente a Corinto, sino a Macedonia, y esperaba allí a Tito. Así que, convencido por el Espíritu y en obediencia a lo que vio por la enseñanza del Espíritu en este sentido, con una conciencia clara, Pablo cambió su plan original y fue a Macedonia en lugar de ir a Corinto.
Padre, te doy gracias porque Tú has despertado en mi corazón un deseo de pronunciar un resonante amén a lo que Tú has prometido. Concédeme ahora libertad y un corazón obediente para reclamar estos para mí mismo.
Aplicación a la vida
Dios siempre contesta de manera positiva a lo que Él ha prometido. ¿Hasta qué punto entendemos nosotros Sus promesas? ¿Somos realmente fieles y cumplimos las promesas y los compromisos que hemos contraído?