En los capítulos finales de la segunda carta a los corintios, el apóstol Pablo trata de la que es probablemente la herramienta más poderosa, la amenaza más peligrosa para una iglesia que el diablo tiene: la infiltración, la destrucción de una iglesia desde dentro por maestros que desvían de la verdad.
Esa es todavía la amenaza más peligrosa para la iglesia hoy en día. Cuando usted va en auto por cualquiera de las ciudades americanas usted encuentra edificios de iglesias en casi todas las esquinas. Parecería que el cristianismo es la fe dominante en esta tierra nuestra y que la iglesia es una poderosa fuerza que mueve nuestra sociedad. Sin embargo, como muy bien sabe, muchas de estas iglesias están vacías; muchas de ellas tienen sólo un puñado de gente que viene a los servicios, los cuales son prosaicos y desprovistos de vitalidad real. Está claro que las iglesias representadas por esos edificios hace tiempo que desaparecieron como fuerza efectiva en nuestra sociedad. ¿Qué ocurrió?
Bueno, la mayoría de ellas fueron destruidas desde dentro por el proceso satánico de infiltración, por gente que entró y gradualmente empezó a enseñar un evangelio desviado. Eso es lo que estaba ocurriendo aquí en Corinto, y esto es lo que está amenazando a muchas de nuestras iglesias hoy. En el décimo capítulo de esta carta, ya hemos visto las armas que podemos usar para contrarrestar las fortalezas y los argumentos de maldad en medio de nosotros. También hemos visto las credenciales personales que nosotros mismos debemos tener para ser efectivos en esta batalla. Ahora llegamos al capítulo 11, donde vamos a mirar a las tácticas que el apóstol emplea para contrarrestar esta amenaza a la iglesia de Corinto. Estas son tácticas que podemos usar actualmente.
Si mira nuestra hoja de oración esta mañana encontrará dos o tres peticiones de oración para gente que está perdiéndose en el error, gente que está atrapada en sectas. Muchos de nosotros, también, conocemos gente que está metiéndose en alguna forma de error teológico. ¿Qué hace usted con eso? ¿Qué clase de tácticas puede usar? Bien, pues, miremos a lo que hizo Pablo. El primer punto que ataca es uno bastante sorprendente. Pablo revela a los corintios el celo de su corazón. Escuchen estas palabras:
¡Ojalá me toleraseis un poco de locura! Sí, toleradme, porque os celo con celo de Dios, pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo. Pero temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean también de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo. (2 Corintios 11:1-3)
Quizás el defecto más malvado y destructivo en el mundo de hoy son los celos. Se les ha llamado muy apropiadamente “el monstruo de los ojos verdes”. Los celos son una poderosa emoción fuerte e iracunda que se niega a tolerar un rival. Pueden ser una motivación muy poderosa para actuar agresivamente. Es una de las causas más frecuentes en el mundo de los hogares rotos, los corazones rotos y los cuerpos rotos. Pero, asombrosamente, Dios declara en el libro del Éxodo: “... yo soy Jehová, tu Dios, fuerte, celoso... ” (Éxodo 20:5b). Por todas las Escrituras hay un énfasis en el celo de Dios. Pues bien, si los celos son tan malos, ¿por qué Dios es celoso? Aquí Pablo dice que él siente “celo divino”, celo de Dios, literalmente, por esta gente. Eso indica con seguridad que los celos pueden ser buenos o malos. Así que cuando uno siente celos por alguien se tiene que preguntar: "¿Es mi celo correcto o no lo es?". La diferencia está en esto: El falso celo es siempre egoísta; tiene que ver con mis sentimientos. Es posesivo; quiere controlar a la otra persona. Por tanto, frecuentemente, es dominante e incluso cruel y tiránico. Usurpa el derecho de los otros e insiste en hacer las cosas a su manera. Se impone sobre los demás, les guste o no. Por ser tan malvados en su crueldad y su tiranía, los celos son, quizás, la fuerza más destructiva del mundo en el presente.
El buen celo, un celo de Dios, por otro lado, como el que Pablo sentía por los corintios, es el que surge de una pasión profunda por el bienestar de los otros. No se preocupa de sí mismo y siempre se manifiesta en ternura y consideración por alguien. No puede cesar, porque es un motivo poderoso, igual que es este en el corazón de Pablo, tal como es en el corazón de Dios. Pablo relaciona este celo con el de un padre que ha comprometido a su hija con un joven novio. Desde tiempos inmemoriales los padres han tenido el privilegio de entregar a sus hijas en matrimonio. Reflejamos eso cuando, en una boda, el padre trae a la novia por el pasillo. Todos los padres (hablo por experiencia) anhelan poder dar a su hija a un joven, habiéndola educado en un hogar solícito y cuidadoso, como una virgen casta y preciosa. Esta es una analogía bastante llamativa para utilizarla con estos corintios, pues vimos, en el capítulo 6 de la primera carta, de dónde habían salido. Allí Pablo nos dice que algunos de ellos habían sido adúlteros, gente inmoral, homosexuales, ladrones, borrachos, chorizos y corta cuellos. “Y esto erais algunos de vosotros... ” (1 Corintios 6:11a). Y, aun así, ahora dice: “para presentaros como una virgen pura a Cristo”.
Ese es un maravilloso comentario sobre la tremenda realidad del perdón de los pecados. A menudo he usado este pasaje con gente que duda de que Dios pueda perdonar su pasado. No hace mucho me senté con alguien que me contó la historia de su vida. Me dijo: “No creo que Dios pueda perdonarme. Las cosas que he hecho han sido demasiado malvadas y dañinas para los demás. He sido tan cruel y tan egoísta”. Yo acudí a este mismo pasaje y le dije: “¿Ve lo que Pablo decía de estos corintios que provenían de este trasfondo sórdido y espantoso? Dios los ha limpiado, de modo que son como una virgen casta y preciosa, y Él anhela entregarlos a Cristo de esa manera”.
Pero ahora Pablo ve que hay una amenaza contra esto, y mirando más de cerca usted puede ver lo que él teme que pase: “Pero temo que, así como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean también de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (Literalmente es: “de la sencillez y pureza que hay en Cristo”. Algunos manuscritos incluso quitan la palabra “pureza”, de modo que básicamente queda: “que podáis ser extraviados de la sencillez que hay en Cristo”.) Esta es una de las frases más importantes de la Biblia, porque no hay nada más importante que mantener la simplicidad que hay en Cristo.
A menudo lo he citado para vosotros, pero no hará daño que os cite otra vez el dicho: “Lo principal de ser cristiano es procurar que lo más importante siga siendo lo más importante”. Eso es lo que Pablo está diciendo. Lo principal es que en el centro y en el corazón de su vida esté la “sencillez que hay en Cristo”, una cosa simple. He notado, durante muchos años de observación, que cuando la religión se vuelve complicada siempre es un signo de que se está alejando de las realidades y las cosas centrales de la fe. El mundo que nos rodea se está volviendo crecientemente complejo, y es porque se está alejando más y más de Dios. Mire alrededor al mundo de la naturaleza y podrá ver la simplicidad del diseño de Dios por todas partes. Construye el año alrededor de cuatro estaciones que se repiten sin fin y nunca fallan. Estamos entrando en la que quizás es la más hermosa estación de todas, la primavera, cuando todo el mundo se deleita en la nueva vida que surge por todas partes. Aun así, ese patrón simple de cuatro estaciones contiene en sí mismo todas las variaciones posibles del clima. Mire una flor y vea lo sencillo que es el modelo de su composición y, sin embargo, cuán infinita variedad produce Dios en un campo de flores. Usted puede ver esto en todas partes. Dios es básicamente sencillo. Cuando la religión se vuelve complicada es una señal de que se está alejando de Cristo. Déjeme citar aquí algo que es muy útil y confirma esto. El antiguo santo medieval, Tomás de Kempis, ha recogido esta idea (Quizá la obtuvo de este mismo versículo):
Con dos alas se eleva el hombre sobre las cosas terrenales: sencillez y pureza.
Y el doctor Martyn Lloyd-Jones dice:
Conforme la vida se vuelve en general más y más compleja, así mismo la religión tiende a verse afectada de igual manera. Parece que se asume que, si los asuntos de los hombres son tan difíciles y complicados, los asuntos de Dios deberían ser incluso más complicados, porque son aun más grandes. De ahí viene una tendencia a aumentar las ceremonias y los rituales, y a multiplicar las organizaciones y las actividades… el razonamiento es que es ridículo afirmar que los vastos problemas de la vida de hoy puedan ser solucionados de la manera aparentemente simple que sugieren losque predican el evangelio al viejo estilo evangélico… El hecho es que, conforme nos alejamos de Dios, la vida se vuelve más complicada y enredada. Vemos esto no sólo en la Biblia, sino también en la historia subsecuente. La reforma protestante simplificó no sólo la religión, sino la totalidad de la vida y el vivir en general… La auténtica vida religiosa es siempre la vida sencilla.
De esto es de lo que Pablo se preocupa aquí. Cuando usted se pregunta a sí mismo qué es exactamente esa simplicidad de la que está hablando, la respuesta en toda la Palabra de Dios es: la compañía diaria del Señor Jesús, ¿Cuántos de ustedes sienten que Cristo es suyo durante todo el día? ¿Cuántos de ustedes cuentan con eso, piensan en eso, viven de esa relación y de ese sentimiento de expectación de Su presencia? A menudo decimos, y con razón, que el cristianismo no es un credo, es una relación; es vivir con una Persona. Esa es la simplicidad que hay en Cristo. El peligro con el que constantemente nos enfrentamos, incluso en una iglesia como esta, donde se enseña la Palabra de Dios, es que nos involucremos con las cosas de Cristo y fracasemos en vivir una relación con Cristo. Por eso es por lo que Pablo está profundamente preocupado. Por eso tiene celo de mantener “esa sencillez que hay en Cristo”. La primera carta a los corintios comienza en ese mismo tono. Pablo dice en el versículo 9 del capítulo 1:
Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo, nuestro Señor. (1 Corintios 1:9)
Cuando su cristianismo empieza a enfriarse y usted se encuentra a sí mismo volviéndose complicado, es un signo definitivo de que está siendo amenazado en este tema de comprender la relación que tiene con el Señor Jesús. Él es un Señor que vive; no está muerto. No es sólo para los domingos. Es para todos los momentos de la vida. En Filipenses, Pablo dice: “... para mí el vivir es Cristo... ” (Filipenses 1:21a). Es todo; llena mis momentos. Aunque él tuvo una de las vidas más ocupadas que jamás se haya sabido, una vida de constante actividad, dice que en el centro de todo subyace esta callada confianza en la presencia del Señor vivo, la consciencia de que Él estaba con él para hacer todo lo que había que hacer. Esa es la sencillez de la que está hablando.
A Karl Barth, quien ha ganado una reputación de gran teólogo y quien escribió un estudio del libro de Romanos tremendamente efectivo, que revolucionó la teología hace unas cuantas décadas, le preguntaron una vez en lo que ha llegado a ser una famosa anécdota: “¿Cuál es el pensamiento teológico más grande que alguna vez ha cruzado su mente?”. Se esperaba alguna respuesta muy complicada, pero su respuesta fue esta: “Cristo me ama, bien lo sé... la Biblia dice así”. Esa es la “sencillez que está en Cristo”.
Es fácil perder eso. Usted puede perderla en medio de la actividad cristiana. Puede perderla en el estudio de la Biblia. Puede verse tan envuelto en los aspectos fascinantes de las Escrituras que puede dedicarse una vida entera al estudio bíblico y perder “la sencillez que hay en Cristo”. La semana pasada estaba sentado con un destacado teólogo, conocido en todo el mundo, y hablamos sobre sus experiencias docentes en varios seminarios. Él me contó cómo casi todos los seminarios con los que se relacionó estaban llenos de hombres que tenían una gran reputación de erudición en todo el mundo, pero cuyas vidas personales estaban apagadas y muertas (y entumecidas) porque habían perdido la simplicidad que hay en Cristo.
Puede perderla con las presiones del vivir diario. Puede estar tan ocupado, preocupado y ansioso por usted mismo y por las cosas que le están sucediendo que pierde la sensación de que Cristo está con usted y que es suficiente. Esta es la preciosa "sencillez que hay en Jesús”. Aquí en Corinto fueron asaltados por estos maestros que los exponían a cosas que atraían su atención, pero estaban desviándose de ese punto central. Estaban enredados con filosofías fascinantes basadas en la Palabra de Dios, pero que se iban por las ramas y los recovecos del pensamiento. Estaban siendo desafiados con ciertas experiencias que halagaban al ego, las cuales, con sólo ser capaces de entenderlas, les harían sentir genial, maravillosos, endiosados. Justo como la gente de hoy día, los cuales son invitados a explorar extraños y maravillosos misterios, todos ellos relacionados con la fe cristiana, pero que conducen a alejarlos de la sencillez de Cristo. Note cómo lo expresa Pablo en el versículo 4:
... porque si viene alguno predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis (2 Corintios 11:4)
Lo que está diciendo es: “Si vosotros acogéis, ingenuamente, sin hacer preguntas, todas las cosas que esta gente os está enseñando, ¿cuánto más deberíais escucharme a mí? Yo os he enseñado la verdad. Os sometéis a esos maestros; ahora someteos a mí y escuchadme”.
Entonces Pablo saca a relucir una táctica que él raramente emplea en sus cartas. (La encontrará en los versículos 5, 6 y siguientes). Es lo que llamamos “ironía”. La ironía es una forma amable de sarcasmo. Muchos de nosotros usamos el sarcasmo, pero la diferencia entre sarcasmo e ironía es que el sarcasmo hiere a la gente, y por ese motivo lo usamos. Todos sabemos lo que significa ser sarcástico con alguien. Es una forma de parecer que se está de acuerdo con algo que se ha dicho, pero, obviamente, su tono y su actitud transmiten el hecho de que usted no está de acuerdo en realidad. Así que el sarcasmo es un acuerdo aparente que transmite, en realidad, un agudo desacuerdo, y normalmente está pensado para herir a alguien. La ironía, por otro lado, actúa de la misma forma, pero no pretende herir, está pensada para ayudar. La ironía consiste en recitar de nuevo a la gente algunas palabras, de modo que les ayude a oírlas de una manera diferente, para que vean lo tontos que han sido. No están pensadas para herir sino para ayudarlos. Aquí tenemos la ironía de Pablo, versículos 5 y 6:
Pienso que en nada he sido inferior a aquellos «grandes apóstoles», pues, aunque sea tosco en la palabra, no lo soy en el conocimiento; en todo y de todas maneras os lo hemos demostrado. (2 Corintios 11:5-6)
Aquí está usando el lenguaje de sus adversarios en Corinto. Dice: “Ellos me llaman inexperto en mi discurso, y puede que tengan razón”. Él admite esto libremente porque dice en otra parte que él no usaba la usual oratoria florida de esa época (retórica), o una voz engolada de púlpito. ¿Cuántas veces oímos a predicadores haciendo eso hoy?: “Mis queridos amigos, estamos aquí reunidos para adorar en esta mañana de domingo… ”. Todo eso suena más falso que un billete de tres dólares. Pero no hay nada así en Pablo. Él dice: “Puede que yo no sea un buen orador, pero lo que importa no es el estilo, sino el contenido. Mirad lo que os he dicho. ¿Qué saben estos hombres? Ellos despiertan el interés de vuestros sentidos, os cautivan con palabras floridas, etc., pero ¿qué saben?”.
En el campo del conocimiento Pablo es absolutamente magnífico. Sus escritos han desvelado durante veinte siglos una verdad en la que los hombres nunca habían pensado antes, y no puede ser encontrada en otro lugar sino en la Palabra de Dios. Él vino a desvelar la realidad, a decirnos cómo es la vida realmente; por tanto, habla de la verdad. Hay un acuerdo universal entre todos los que estudian la Palabra de Dios de que no hay un apóstol que escriba más penetrantemente, ni con más perspicacia, ni más consciente de la verdadera naturaleza de la realidad y de la vida humana, que el apóstol Pablo. Sus escritos son maravillosos estudios sobre sicología humana, sobre sociología básica, sobre todas las realidades de la vida tal como las conocemos, porque le fue dado un vastísimo conocimiento. Pablo es el que lucha con las ásperas y duras cuestiones de la vida y nos da respuestas que satisfacen la mente y ponen en paz al corazón. Ahora, usando aun más la ironía, trata de la acusación de que no amaba a los corintios lo suficiente como para dejarles que lo apoyaran, versículos 7 al 12:
¿Pequé yo humillándome a mí mismo, para que vosotros fuerais enaltecidos, por cuanto os he predicado de balde el evangelio de Dios? He despojado a otras iglesias, recibiendo salario para serviros a vosotros. Y cuando estaba entre vosotros y tuve necesidad, a ninguno fui carga, pues lo que me faltaba, lo suplieron los hermanos que vinieron de Macedonia, y en todo me cuidé y me cuidaré de seros una carga. Por la verdad de Cristo que está en mí, que no se me impedirá esta mi gloria en las regiones de Acaya. ¿Por qué? ¿Porque no os amo? Dios lo sabe.
Pero lo que hago, lo seguiré haciendo, con el fin de quitar la ocasión de los que la desean para ser hallados semejantes a nosotros en aquello en que se glorían... (2 Corintios 11:7-12)
Lo que está diciendo aquí es muy evidente. Él mismo ha enseñado a esta gente el principio de que quien predica el evangelio tiene el derecho de vivir del evangelio. Fue él quien les enseño el viejo proverbio: “No pondrás bozal al buey cuando trille” (Deuteronomio 25:4). Pero lo extraño era que cuando llegó a Corinto no quiso aceptar ningún apoyo de nadie. Todo el tiempo que estuvo allí, hizo tiendas para mantenerse a sí mismo, pero resulta evidente de esto que no le iba muy bien a veces. O bien, no le quedaba mucho tiempo para esa ocupación, o bien, no había mucha demanda de tiendas. Estaba en necesidad, dice, y apenas podía salir adelante financieramente.
Eso puede animarnos a algunos de nosotros que estamos luchando hoy en estos tiempos de inflación. Pablo salía adelante a duras penas, pero decía que aun así no quería recibir apoyo de ellos, aunque sí recibía apoyo de algunas de las iglesias de Macedonia donde ya había estado. Estos maestros en Corinto estaban diciendo: “¿Saben por qué Pablo no está siendo ayudado por ustedes? Es porque es un apóstol aficionado. No es un profesional como nosotros. No se graduó en la escuela adecuada; no tiene un título. No puede conseguir que alguien le apoye porque nadie le cree ni confía en él lo suficiente”. Pero Pablo dice: “La verdadera razón es que quería mostraros lo gratuito que es el evangelio. Quería demostrar en mi propia vida que el evangelio está libre de cargo. Es una buena noticia que Dios no os pida nada a cambio. Lo ofrece gratis en Cristo. Decidí que yo no sería una carga para ninguno de vosotros cuando vine”. Con esto ustedes pueden ver cuál era la práctica de Pablo. Nunca quería aceptar apoyo de gente a quien estuviera predicando el evangelio por primera vez. De los únicos de los que quería aceptar apoyo era de los que ya había conducido a Cristo, de modo que, cuando se fuera, él les permitiría ayudarle en su ministerio en un lugar nuevo.
“Lo que es más”, dice Pablo: No tengo la intención de cambiar porque no tengo la intención de dejar que estos falsos maestros afirmen que trabajan como nosotros. Son sanguijuelas, son parásitos; no os enseñan la verdad. Están exprimiendo vuestros recursos, viviendo a costa de vosotros, y luego quieren darse la vuelta y afirmar que viven como nosotros. Nunca les daré esa ventaja; no voy a cambiar sólo para satisfacerlos”. Esto conduce entonces a una tercera táctica que emplea, la cual algunas veces resulta necesaria. Es un desenmascaramiento abierto y frontal. Versículo 13:
... porque éstos son falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan de apóstoles de Cristo. Y esto no es sorprendente, porque el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan de ministros de justicia; cuyo fin será conforme a sus obras. (2 Corintios 11:13-15)
Con estas palabras echa abajo la fachada tras la cual estos falsos maestros intentaban esconderse. Él dice: “Son impostores, farsantes, imitadores, disfrazándose como apóstoles de Cristo, pero no fueron enviados por Cristo y no están enseñando lo que Cristo dijo que se enseñe. Están enseñando mentiras atractivas en lugar de la verdad”. Esta táctica es uno de los grandes elementos perdidos en la iglesia de hoy. Una razón por la que muchas iglesias son destruidas es porque nadie se levanta y dice esto de los falsos maestros. Estamos tan atrapados por la filosofía del mundo de que todo vale, de que tenemos que ser amables con todos siempre. Noten que los apóstoles nunca hicieron eso, ni Jesús tampoco. Miren el lenguaje cortante que empleó en ocasiones con los fariseos. En su cara les llamó “serpientes y víboras”. Él dijo que eran como “tumbas de muertos llenas de huesos podridos” (véase Mateo 23:27), llenas de un horrible hedor. ¡Esa no es la manera de ganar amigos e influenciar a la gente! Jesús dejó todo eso a un lado y les dijo la verdad.
Pablo dice que esta gente es como su señor invisible, Satanás. La forma más peligrosa en que viene a nosotros Satanás es como ángel de luz. Si el demonio llamara a su puerta y se quitara su sombrero de copa y dijera: “Buenos días, soy el demonio. He venido a arruinarte la vida. Quiero desorientarte y destruir todas tus relaciones y llenarte con odio y violencia, y estoy a punto de hacerlo hoy”, entonces usted no tendría ningún problema para lidiar con él, ¿no es cierto? Pero cuando viene y dice: “Ah, buenos días. Soy tu amigo. He venido a ayudarte. Quiero presentarte algo tan atractivo, emocionante y satisfactorio que no te puedes permitir perdértelo”, y empieza a describir algo que parece satisfactorio y bueno. Esa es la manera en que cientos de miles de personas están siendo destruidas hoy.
Pablo dice que su fin es inevitable, “cuyo fin será conforme a sus obras”. En otras palabras, caerán víctimas de sus propias mentiras. Perderán la habilidad de distinguir entre la verdad y la maldad, y caerán víctimas de sus propios errores. Esa es la terrible tragedia de aquellos que son absorbidos por algo que es malo y que no está en línea con la sencillez que hay en Cristo. ¿Saben ustedes qué es lo que todo esto nos está diciendo básicamente? La forma de evitar ser atrapado en el mundo lleno de engaños de hoy es simplemente esta: Manténgase cerca del Buen Pastor. Retenga la sencillez que hay en Cristo. Camine cerca del Hijo de Dios todos los días.
Oración:
Te damos gracias, querido Padre, por las palabras fieles que descubren el error y nos muestran la realidad. Gracias porque, aunque vivimos en un mundo peligroso, estamos guardados por un Pastor fiel. Concédenos que podamos caminar cerca de Él y que no dejemos que nada nos aleje de esa compañía del día a día y momento a momento de Su presencia. Te lo pedimos en nombre de Jesús. Amén.