Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, he lavado vuestros pies, vosotros también debéis lavaros los pies los unos a los otros, porque ejemplo os he dado para que, como yo os he hecho, vosotros también hagáis. De cierto, de cierto os digo: El siervo no es mayor que su señor, ni el enviado es mayor que el que lo envió. Si sabéis estas cosas, bienaventurados sois si las hacéis.
Juan 13:13-17
Jesús dijo: Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y decís bien, porque lo soy
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No sólo lo era por la majestad inherente a Su persona, no sólo porque Dios lo había hecho así; lo que está señalando aquí es que los discípulos habían admitido esto.
Ellos lo llamaban Maestro y Señor.
Vieron que tenía autoridad y por eso le siguieron.
¿Por qué?
¡Porque les había servido!
Ellos le obedecieron voluntariamente, porque Él les había cuidado con amor, les liberó, les consoló, les animó, les enseñó; se dio a Sí mismo a ellos, dedicando tiempo a estar con ellos, todo para servirles.
Por ese motivo ellos se encontraban deseosos de seguirle, dispuestos a obedecerle, incluso cuando no podían entenderle.
Aquí, en Juan, dice: Ejemplo os he dado para que, como yo os he hecho, vosotros también hagáis
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Esto significa dos cosas: una, claramente quiere decir que hemos de servirnos con amor los unos a los otros.
Como Pablo escribe en Gálatas: Servíos por amor los unos a los otros
(Gálatas 5:13).
Esto tiene que ser verdad de todos los cristianos, pero especialmente de aquellos que están en puestos de enseñanza y autoridad.
Su autoridad, como líderes, estará directamente relacionada con su disposición a servir.
Pero, segundo, Jesús quiere decir que tenemos un ministerio los unos con los otros para ayudarnos a mantener limpios nuestros pies.
Así, dice en Mateo 18: Si tu hermano peca contra ti, ve y repréndelo estando tú y él solos
(Mateo 18:15).
Pablo recoge este pensamiento en Gálatas 6: Hermanos, si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros que sois espirituales, restauradlo con espíritu de mansedumbre, considerándote a ti mismo, no sea que tú también seas tentado
(Gálatas 6:1).
Este gran acontecimiento en el aposento alto forma la base de la verdadera disciplina de la iglesia y del verdadero liderazgo, y constituye uno de los grandes retos que la iglesia encara en el presente. Estamos llamados a demostrar una clase diferente de autoridad, pero lo que hemos hecho es introducir el estilo del mundo dentro de la iglesia. Tenemos papas, obispos, superintendentes, y muchas clases de estructuras jerárquicas. Damos autoridad al que está en la cima. Jesús nunca enseñó eso. En cambio, enseñó que aquel que sirve es el que gana los corazones de los demás. Ellos le obedecerán, llamándole Señor y Maestro, porque les ama y les sirve. Fíjese cómo Jesús enfatiza la importancia de esto.
Señor, sigue enseñándonos que el servicio va con el liderazgo. Ayúdanos a servirnos los unos a los otros en amor.
Aplicación a la vida
¿Considera al servicio como una prioridad máxima cuando le llaman a dirigir dentro de la iglesia?