Antes bien, como está escrito:
Cosas que ojo no vio ni oído oyó ni han subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado para los que lo aman.1 Corintios 2:9
Hay grandes posibilidades reservadas para cada uno de nosotros en el año entrante. Posibilidades, sí, pero hace falta que se tome posesión de ellas, y es bastante probable que pasemos todo el próximo año sin apercibirnos de ninguna de ellas. La posesión debe comenzar primero con un deseo de poseer. Si usted está contento con lo que es hoy, entonces nunca será mejor de lo que es ahora; incluso puede volverse peor. La satisfacción con lo que usted es, al final tiene tendencia a degenerar en angustia por ser así. Si no tiene un deseo apremiante de alcanzar algo más, mi consejo es que ore a Dios para que despierte en usted esa hambre y sed. Luego debe entender los principios implicados en la posesión de esa gran herencia de promesas. La adquisición de lo que Dios tiene para darnos nunca viene a través de un esfuerzo sin cruz, una actividad religiosa, u obras piadosas. ¡La posesión llega aprendiendo a actuar sobre la base de un hecho que ya es cierto! La apropiación de la bendición de Dios no es algo que Dios concede cuando se lo pedimos, sino que, más bien, es la fe la que se adueña de lo que ya está en Jesucristo.
Usted debe aplicar estos principios en el momento presente. Por desgracia, hay algunos que entienden bien los principios de la victoria, pero que no los disfrutan en el momento en que viven. No espere a mañana. Siempre pensamos que es posible obedecer a Dios en alguna otra circunstancia, pero no en la que estamos ahora mismo. Queremos esperar a la semana que viene, o al mes que viene. O, por el contrario, sentimos que ya es demasiado tarde, que se nos ha pasado el momento, que ya hemos ido demasiado lejos, que estamos atascados en hábitos de pensamiento. Pero éste es el camino hacia la derrota. Debemos aprender a vivir en tiempo presente.
Padre, al encontrarme en el umbral del nuevo año, mirando el panorama de oportunidades disponibles, enséñame a vivir en el presente a lo largo de todo el año. No quiero vivir en el pasado ni en el futuro, sino que quiero recordar que todo lo que pasa, sea un fracaso o un éxito, está bajo Tu divino escrutinio. Enséñame a confiar en Tus promesas al obedecer Tu Palabra.
Aplicación a la vida
Al reflexionar sobre el nuevo año, ¿qué posibilidades le quedan por poseer? ¿Cómo las poseerá con fe, en lugar de con esfuerzo propio?