Vosotros mismos sabéis de qué manera debéis imitarnos, pues nosotros no anduvimos desordenadamente entre vosotros ni comimos de balde el pan de nadie. Al contrario, trabajamos con afán y fatiga día y noche, para no ser gravosos a ninguno de vosotros; no porque no tuviéramos derecho, sino por daros nosotros mismos un ejemplo que podéis imitar.
2 Tesalonicenses 3:7-9
Es muy útil recordar que estos grandes hombres de Dios que enseñaron todas estas maravillosas verdades en las Escrituras no estaban aislados del mundo laboral ordinario, sino que estaban involucrados en él.
Pablo tenía todo el derecho, dice, de dejar de trabajar. Jesús había dicho:
El obrero es digno de su salario
(Lucas 10:7b),
es decir, si alguien predica y enseña verdades espirituales, tiene derecho a esperar que se le mantenga, para tener tiempo para su ministerio.
Éste es todo el razonamiento detrás de tener pastores que son pagados.
El apóstol reconoce esto. Dice: Sí, tengo ese derecho, pero decidí no hacerlo. ¿Por qué? Porque no quería ser una carga para nadie
.
Creo que se refiere principalmente al establecimiento de una iglesia. Pablo fue un pionero. Él fue a lugares donde no había ninguna iglesia y comenzó a predicar, y así trajo una iglesia a la existencia. Es a estas personas, recién salidas del paganismo, sin reconocimiento en sus vidas del valor de la verdad espiritual hasta que vinieron a Cristo, a las que quiere liberar de la responsabilidad de mantenerle. Más tarde recibió ayuda de las iglesias. Agradece a los filipenses la ayuda que le enviaron. Así que no es cierto, como algunos han afirmado, que nunca aceptara dinero de aquellos a quienes había llevado a Cristo, sino que al principio no lo hacía porque no quería ser una carga para nadie. Trabajaba día y noche en su oficio de fabricante de tiendas, para poder pagar a la gente por la comida que comía. De esto se desprende claramente que dejó deliberadamente un modelo para los demás, a fin de que pudieran comprender cómo llegar a los demás con el mensaje de salvación sin coste alguno para ellos.
El otro día pensaba en Pablo mientras veía por televisión la reacción de los medios de comunicación ante el colapso moral de un evangelista televisivo. Observé cómo este hombre abandonaba su mansión de 2,5 millones de dólares, subía a su avión privado y volaba hacia una reunión en la que iba a hacer la confesión más impactante que todo el país ha visto. De repente me vino a la mente la imagen del gran apóstol Pablo, trabajando a la luz de las velas hasta altas horas de la noche (quizás mucho después de medianoche), cosiendo sus lienzos para hacer tiendas que vendería a la mañana siguiente, para tener dinero con el que pagar la comida que estaba comiendo. ¡Qué contraste! Se me ocurrió que si aquel evangelista no hubiera sido tan autocomplaciente en su estilo de vida, podría haber tenido más fuerza espiritual para resistir las tentaciones a las que sucumbió.
Padre, gracias por los que trabajan en mí, enseñándome la Palabra de Dios. Enséñame a ayudarles y animarles, para que puedan seguir sirviéndote.
Aplicación a la vida
¿Cuál es su actitud hacia los que pastorean y enseñan y dependen de otros para su sustento? En su mente, ¿es digno el obrero de su salario?