De igual manera, el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad, pues qué hemos de pedir como conviene, no lo sabemos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Pero el que escudriña los corazones sabe cuál es la intención del Espíritu, porque conforme a la voluntad de Dios intercede por los santos. Sabemos, además, que a los que aman a Dios, todas las cosas los ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados.
Romanos 8:26-28
Nunca separes estos versículos. El Espíritu ora de acuerdo a la mente de Dios, y el Padre contesta al traer a nuestras vidas las experiencias que necesitamos. Él manda a nuestra vida las experiencias que necesitamos, sin importar lo que sean.
Ahora, eso significa que incluso las pruebas y las tragedias que nos ocurren son una contestación del Padre a la oración del Espíritu, ¿no es cierto? Puede que estés en un accidente de automóvil hoy. Puede que alguien te robe el bolso. Quizás encuentras que tu casa se está quemando. Hay mil y una posibilidades. Lo que necesitamos entender es que estas cosas no pasan por accidente. Pasan porque el Espíritu que está en ti oró y le pidió al Padre que permitiera que estas cosas ocurrieran, porque tú o alguien cercano a ti lo necesita. Estos son los resultados de la oración del Espíritu.
Los júbilos, las bendiciones inesperadas y las cosas inusuales que te ocurren también son el resultado de la oración del Espíritu. El Espíritu está orando por que estas cosas ocurran; está expresando el profundo interés de Dios mismo para tus necesidades y las mías. De esto crece la seguridad que, sin importar lo que ocurra, todas las cosas ayudarán a bien. Este versículo no nos dice que todas las cosas que nos ocurran serán buenas. Lo que sí dice es que, sea que la situación sea mala o buena, ayudará para bien para ti si eres uno de los que son amados y llamados por Dios. ¡Qué diferencia hace eso al esperar la venida de la gloria! Dios está obrando Sus propósitos en nosotros.
Pablo nos está diciendo aquí que podemos esperar con paciencia porque la naturaleza testifica de Su gloriosa venida, y nuestra propia experiencia lo confirma así mismo. Estamos siendo preparados para algo. No podemos realmente decir lo que es específicamente, pero nos estamos preparando para algo. Uno de estos días, al final de nuestras vidas, si no antes, saldremos del tiempo a una increíble experiencia de gloria, algo que pide descripción, una gloria que Cristo mismo comparte y que todos compartiremos con Él.
Es para esto que Dios nos está preparando. No es de extrañar que el apóstol cierre este pasaje con uno de los más grandes himnos de alabanza en las Escrituras. Al enfrentarnos con los sufrimientos que estamos pasando ahora, qué bendición y qué ayuda nos es acordarnos de la gloria que nos ha sido otorgada. Hemos sido contados como merecedores de sufrir por Su nombre, para que podamos también compartir en la gloria venidera.
Gracias, Padre, por estas poderosas promesas. Pido que pueda entenderlas y así ser capaz de padecer pacientemente y con acción de gracias lo que estoy pasando ahora, sabiendo que es el mismo sufrimiento que está obrando y produciendo gloria.
Aplicación a la vida
¿En qué maneras cambia nuestra perspectiva en nuestras oraciones esta colaboración con el Espíritu? ¿Estamos aprendiendo a recibir con confianza todos los aspectos de nuestras vidas como la perfecta y amorosa voluntad de Dios?