¿Quién nos separará del amor de Cristo?
Romanos 8:35a
¿Cómo puedes amar a Dios? Le amas al contestar esta pregunta: ¿Quién o qué nos separará del amor de Cristo? ¿Hay alguna fuerza, en cualquier sitio, que se puede interponer entre tú y Jesús? ¿Quién nos puede remover de Cristo, una vez que venimos plenamente a Él? La respuesta de Pablo es: “Veamos las posibilidades”.
Primero, ¿pueden separarnos de Su amor todos los problemas y los peligros de la vida?: “¿Tribulación, angustia, persecución, hambre, desnudez, peligro o espada?” (Romanos 8:35b). Eso es lo peor de la vida. ¿Lo hará eso? ¿Lo harán las tribulaciones? Eso significa los sitios estrechos por los que tenemos que pasar a veces. ¿Lo hará la persecución? Ése es el daño que se nos impone deliberadamente porque somos cristianos. ¿Lo hará el hambre, la falta de comida o dinero? ¿Lo hará la desnudez, o la falta de ropa? ¿Lo hará el peligro, o la amenaza a nuestras vidas? ¿Lo hará la espada (guerra, disturbios, revueltas)? “No”, Pablo dice, “en todas estas cosas somos más que vencedores”. ¿Por qué? Porque en vez de dividirnos de Cristo, nos acercan a Él. Nos hacen aferrarnos con más fuerza. Nos asustan y nos hacen correr hacia Él. Cuando somos independientes y pensamos que podemos sobrevivir solos, nos pasan estas cosas, y empezamos a lloriquear y corremos a casa, y nos aferramos todavía más cerca. Entonces nunca podemos ser derrotados, así que somos más que vencedores.
¿Y qué de las fuerzas sobrenaturales? ¿Y qué de las personas y el poder y los demonios y las fuerzas extrañas? “Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte ni la vida, ni ángeles ni principados ni potestades, ni lo presente ni lo por venir, ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús, Señor nuestro” (Romanos 8:38-39). No queda nada de esa lista, ¿no es así? Todo está ahí: demonios y oscuros poderes, la magia negra y los ángeles, la verdad y el error, la muerte y la vida, sea en esta creación o en cualquier otra creación. Pablo lo toma todo y dice que nada, ningún ser o fuerza, es capaz de separarnos del amor de Jesucristo nuestro Señor.
Así que cuando amamos a Dios decimos: “Si Dios es por nosotros, ¿quién puede estar en contra de nosotros?” (v. 31). Amamos a Dios a causa de lo que Él mismo ha hecho por nosotros, y la naturaleza de esa promesa es que nos ama. Nada nos puede separar de eso. Éste es el punto más alto de esta carta. Obviamente, Pablo no puede ir más allá de esto, y nosotros tampoco podemos. ¿Qué puedes decir? ¿Qué puedes hacer sino amar cuando eres enfrentado por un Dios como ése?
Padre, gracias por la seguridad que me das en Tu gran amor. Deja que Tu amor sea la cosa que aviva mi propio amor por Ti por medio de los retos de la vida.
Aplicación a la vida
¿Es justo o preciso el asesorar el amor de Dios al compararlo con nuestro amor frágil, humano y condicional? ¿Respondemos a Su amor constante al amarle con todos nuestros corazones, almas y mentes? ¿Les extendemos Su amor a otros en gratitud?