Pero gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo.
1 Corintios 15:57
Fíjese en que este versículo está puesto en tiempo presente.
No es el pasado: que nos dio la victoria
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Es: gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor Jesucristo
.
No conozco nada que signifique más para mí, como cristiano, que el hecho de que todos los días puedo asirme a la gracia de Jesucristo.
Él no es un Salvador distante que vivió hace veinte siglos.
Él está vivo, y lo encuentro cada día.
Cuando me encuentro a mí mismo habiendo fracasado, habiendo flaqueado y pecado, me acerco de nuevo y recibo de Él la limpieza que ganó para mí en el Calvario.
Mis pecados son lavados de nuevo.
Soy perdonado otra vez, y se me da una hoja en blanco para volver a empezar desde ese momento.
Esto me da poder para decir: ¡No!
a todo el mal, las aflicciones y presiones de mi vida.
Sé que ese mal se ha alejado; nunca volverá a perseguirme; no tendré que enfrentarme a él ante el tribunal de Dios.
En su lugar, puedo volver a intentar compensar a los demás, de todas las maneras que pueda, por el daño que he hecho, y ayudar a otros a encontrar el camino de salida y liberación de la angustia y la tristeza y el miedo árido de la culpa.
Cuando usted vaya al trabajo, no lo vea simplemente como una forma de ganarse la vida. El trabajo se le ha dado como una oportunidad de tener un ministerio donde dar testimonio, mostrar una vida transformada, un corazón en paz, la radiante alegría en su cara de la comunión con un Señor vivo, y el amor brotando de su corazón hacia aquellos que, como usted, han luchado y perdido a menudo en la carrera de ratas que es la vida. Para hacer eso nos envía Dios, como cristianos. Él nos ha dado un trabajo, no para que alcancemos logros notables con los que hacernos un nombre. Lo que Dios busca es ¿cómo nos estamos portando con los demás? Busca una manera en que mostremos un espíritu afectuoso, una actitud generosa y perdonadora, una disposición a devolver bien por mal, una habilidad para llevar un mensaje de liberación a aquellos que están prisioneros de sus propios hábitos, de liberar a aquellos oprimidos por actitudes odiosas y equivocadas, de sanar los corazones rotos y abrir los ojos de los ciegos. Éste es el trabajo del Señor. Para esto Dios nos da el contacto con los otros. Para esto es para lo que Dios nos ha dado el trabajo.
Padre, oye la voz de cualquiera que clame a Ti desde una vida gobernada por el pecado. Concédeles el don de un Señor resucitado y la gracia de ser transformados desde dentro. Te lo pedimos en el nombre de Jesús. Amén.
Aplicación a la vida
¿En qué aspectos de su vida necesita Su poder para experimentar una victoria continuada?