Por tanto dejará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán una sola carne.
Génesis 2:24
Llegamos aquí a los límites divinamente planeados para el sexo. Simplemente porque el sexo es tan total, debe ser consumado sólo bajo condiciones que hagan posible una unión total: en una palabra, ¡el matrimonio! En el matrimonio se pretende que una mujer dé a su marido todo lo que ella es y tiene, y lo mismo ha de hacer el marido. La mujer abandona su vida anterior con sus padres, su hogar. Deja atrás su pasado; en un sentido muy real, comienza una vida totalmente nueva en un ambiente totalmente diferente. Del mismo modo, el marido se lo da todo a su mujer —su vida, sus intereses, su cuerpo— todo. Sus vidas están destinadas a fusionarse y mezclarse hasta que lleguen a ser indistinguibles. Eso es lo que significa ser una sola carne.
El Señor Jesús confirmó la importancia de esto cuando le pidieron que se pronunciara sobre el matrimonio y el divorcio, diciendo: ¿No habéis leído que el que los hizo al principio,
(Mateo 19:4-5).
Ése es el gran propósito del matrimonio.
Cualquier cosa menor es destructiva.
Ése es el factor clave del sexo fuera del matrimonio.
No es un mero capricho lo que llevó a Dios a prohibir el sexo fuera del matrimonio, como mantienen los que critican el punto de vista cristiano sobre el sexo, sino que son el amor y la preocupación de Dios por la humanidad los que le condujeron a hacer esta prohibición.hombre y mujer los hizo
, y dijo: Por esto el hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola carne
?
El sexo prematrimonial y extramatrimonial es una forma de robarse a uno mismo la gloria plena que fue planeada para los hombres y mujeres en el sexo.
Como pasa con todo en la vida, no es posible comerse el pastel y conservarlo al mismo tiempo.
Una cosa destruye la oportunidad de la otra.
Toda experiencia de sexo fuera del matrimonio destruye algo de la totalidad posible dentro del matrimonio; ésa es una ley inviolable de la vida.
Por eso Pablo escribe a las iglesias y les dice que se abstengan completamente de inmoralidad y fornicación.
Pablo dice: Porque por estas cosas viene la ira de Dios sobre los hijos de desobediencia
(Efesios 5:3-11).
La ira de Dios, en este contexto, no es un rayo que cae del cielo.
Más bien, es el deterioro de la vida, el embrutecimiento de la humanidad, la vulgarización de la vida.
La razón por la que estamos sufriendo una terrible tempestad de angustia mental hoy día es porque hemos desechado estas restricciones.
Dios no las ha puesto ahí para atormentarnos, sino para protegernos.
No podemos darnos a nosotros mismos totalmente a otra persona a menos que lo demos todo: nuestra posición, nuestro sitio, nuestro hogar, nuestro corazón, nuestra vida, ¡todo!
Al no poder hacer eso en el sexo fuera del matrimonio, tratamos a nuestras parejas en esa clase de sexo como si fueran simples objetos para nuestra propia satisfacción.
No los vemos ya como seres humanos, sino que los tratamos como a cosas diseñadas para darnos satisfacción.
Se convierten en objetos de placer, solamente.
Así, nos convertimos en algo menos que humanos.
Que presente mi sexualidad ante Ti, Señor Jesús, y la ponga bajo Tu control, que en la gloria de Tu Señorío pueda adquirir la belleza y resplandor que destinaste para ella. En el nombre de Cristo. Amén.
Aplicación a la vida
¿Estoy viviendo dentro de los límites de Dios para el sexo?