Velad, pues, porque no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa; si al anochecer, a la medianoche, al canto del gallo o a la mañana; para que cuando venga de repente, no os halle durmiendo. Y lo que a vosotros digo, a todos lo digo: ¡Velad!
Marcos 13:35-37
Aquí Jesús reúne todo el tiempo que ha transcurrido entre Su primera y Su segunda venida, dividiéndolo en cuatro periodos de vigilancia, la larga noche del pecado del mundo, y dice: “No sabéis (y creo que lo que da a entender es: “Yo no sé”) si la venida será pronto en ese tiempo o en medio de él, o cuando hayan pasado tres cuartas partes o justo al final”. Nadie lo sabe. Yo no lo sé, y vosotros tampoco lo sabéis. Pero es como un hombre que se marcha de viaje (aquí lo compara con Su propia marcha), que da trabajo a sus criados y espera que lo hagan, y pone a un portero que vigile.
¿Qué es lo que debe vigilar? ¿Debe estar pendiente del regreso de su amo? Así es como esto se interpreta generalmente. Pero no es así, porque tiene que empezar a vigilar tan pronto como su amo se marcha y sabe que su amo no va a regresar de inmediato. Entonces, ¿qué es lo que debe vigilar? Debe mantenerse alerta para que nadie le pueda engañar y logre entrar en la casa, destruyendo y arruinando todo lo que tiene su amo. De modo que lo que está diciendo Jesús es: “¡Mantente alerta; no te vayas a dormir; vigila! Hay tentaciones y presiones que te asaltarán y te harán pensar que todo es una mentira, que harán que te des por vencido y dejes de vivir como un cristiano, para que dejes de caminar por la fe, para que dejes de creer en la verdad de Dios. Mantente alerta en contra de esto y entretanto haz tu trabajo. No permitas que nada te lo impida. No permitas que nada te aparte, impidiendo que seas lo que Dios quiere que seas en este día y en este tiempo”. Así es como se vigila. No debemos estar mirando al cielo todo el tiempo, esperando Su venida. Eso sucederá cuando Él esté listo, de manera que debemos vigilar para no dejarnos engañar.
Yo me siento turbado por los muchos cristianos que parecen haber abandonado la fe. Miro atrás a los muchos años de ministerio y veo a hombres a los que yo hubiese jurado que eran sólidos, tremendamente dedicados, fieles, cristianos que enseñaban la Biblia, pero que ahora están negando su fe y se han apartado. Y da la impresión de que esto es algo que está yendo en aumento por todas partes, con personas que están cayendo en la inmoralidad y en la iniquidad, apartándose de su fe, diciendo en efecto que ya no creen al Señor o en la Biblia. Es acerca de esto de lo que nos está advirtiendo el Señor de nuevo.
Por lo tanto, dice que nosotros debemos mantenernos despiertos. No crea usted en todas las voces seculares que nos dicen que el mundo va a continuar para siempre tal y como es ahora. No crea usted a las otras voces que nos dicen que Dios no existe, de manera que podemos vivir como queramos, o que si Dios existe, nunca nos va a juzgar. No crea usted a las voces que nos susurran constantemente y que intentan apartarnos de nuestra fe. Con una poderosa voz de mando Jesús concluye este mensaje, diciendo: “¡Velad!”.
Señor, fortaléceme y ayúdame a mantenerme alerta, para que pueda soportar hasta el fin, para que pueda ser fiel hasta la muerte, para que también yo pueda unirme ese gran día con aquellos a los que les darás la corona de la vida.
Aplicación a la vida
¿Necesitamos nosotros mantenernos despiertos y reconocer los peligros de la complacencia y de la negligencia en nuestro caminar diario con Dios? ¿Por qué es preciso que nos mantengamos vigilantes, alerta y, sobre todo, en oración?