Si alguna iniquidad hay en tus manos, pero la apartas de ti, y no consientes que more en tu casa la injusticia, entonces levantarás tu rostro limpio de mancha, serás fuerte y nada temerás.
Job 11:14-15
Zofar el naamatita aparece en escena. (Yo le llamo “Zofar el celoso”.) Participa en la discusión, comenzando con un reproche punzante respecto a la locura del pecado de Job, tal y como él lo entiende. Casi nos podemos imaginar a Zofar meneando los puños en una indignación justa ante el rostro de Job. Acusa a Job de verbosidad, de locura, de burla, de afectación farisaica. Dice que el castigo de Job es exactamente lo que se merece, que lo único que le está pasando es que se está encontrando con lo que se merecía y ni siquiera todo eso. ¡Qué enorme falta de compasión muestra este hombre!
Continúa describiendo la estúpida ignorancia de Job en contraste con la profunda sabiduría de Dios y Sus caminos inescrutables. “Una persona tan estúpida como tú, Job, no conseguirá jamás ninguna ayuda.” Sus palabras son duras y a continuación acaba con una vívida descripción de las brillantes posibilidades que puede disfrutar, si tan sólo Job se arrepiente.
Una vez más, no existe la identificación con el sufrimiento de Job. No hay el menor sentido de empatía, de intentar sentir con él el terrible tormento de la mente y del espíritu que le presiona, que le aprieta y le arrastra a emitir esos agonizantes gritos en la oscuridad que le rodea. Estos hombres sencillamente le atacan. Solamente ven la fría y analítica lógica de todo ello. Zofar, como es natural, habla con una gran pasión y fuerza, pero no hay el menor sentido de ofrecer ayuda. Sencillamente hace uso de una invectiva apasionada.
Ésta es la diferencia entre la teología y la experiencia de un hombre que ha sido enseñado por el Espíritu. La teología puede ser muy clara y estar muy bien, pero todo está en la cabeza. Cuando se está tratando con una persona que está sufriendo, es preciso añadir una dimensión más profunda, la compasión que demostró Jesús, Su simpatía por e identificación con las personas doloridas que las animaría a abrir la puerta de sus espíritus con el fin de recibir la luz que Él les dio por medio de Sus palabras.
La primera vuelta acaba con la sarcástica defensa de Job en los capítulos 12 a 14 y su contestación a sus amigos. Job deja claro que están tratando con verdades elementales, cosas que cualquiera podría saber: “No me habéis ayudado; cualquiera lo sabe. Vosotros no lo entendéis porque no habéis estado nunca aquí. Me decís que Dios siempre castiga la maldad, pero mirad a vuestro alrededor. Hay idólatras que lo son abiertamente, que llevan sus ídolos en sus manos. Hay ladrones viviendo en paz que viven seguros, y Dios no les está castigando. La vida misma da testimonio de que estáis equivocados”.
Sin duda, si no se puede decir otra cosa, este libro de Job debería de ayudarnos a ir con cuidado en lo que se refiere a la manera en que enfocamos el sufrimiento de otros, para que no añadamos a él. Estos amigos de Job son tan rígidos en su teología y tan ciegos en lo que se refiere a las grandes dimensiones de Dios que todavía no entienden que solamente están aumentando el tormento de este pobre hombre. “Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran” (Romanos 12:15).
Padre, ayúdame a entender más acerca de la majestad de Tu ser y la compasión de Tu dolorido corazón.
Aplicación a la vida
¿Cómo nos presentamos humildemente ante aquellos que están sufriendo o pasando por circunstancias difíciles? ¿Intentamos ofrecerles la compasión de Jesús o les hablamos de teorías teológicas?