El Dios que hizo el mundo y todas las cosas que en él hay, siendo Señor del cielo y de la tierra, no habita en templos hechos por manos humanas ni es honrado por manos de hombres, como si necesitara de algo, pues él es quien da a todos vida, aliento y todas las cosas.
Hechos 17:24-25
¿Qué está diciendo aquí? Primero, que Dios es el Creador y no el que fue hecho. Dios no fue creado por el hombre; Él es que crea al hombre y todo lo demás que existe en todo el universo. Él es el Originador de todas las cosas.
No nos hemos distanciado mucho de la idolatría antigua. En el mundo antiguo, tomaban un pedazo de oro o plata y tallaban o formaban un ídolo, venerando así la obra de las manos de los hombres. Hoy en día no utilizamos imágenes, pero todavía vemos a hombres venerándose a sí mismos, proyectados a proporciones infinitas. El hombre simplemente piensa sobre sí mismo, proyecta esto a la infinidad, y lo venera. Eso es su dios. Eso es exactamente lo que es la idolatría. Pablo nos llama la atención de que esto no está en línea con la realidad. Dios no es la proyección del hombre; Dios es mayor que el hombre. Dios originó al hombre. Todo lo que existe vino de Su mano. Él es el Creador y no la creación.
Segundo, Dios es el que da, y no tiene necesidad de nada. Dios no busca nada del hombre, como nos enseñó la idolatría y el paganismo. La gente debía traer regalos a los dioses; tenían que hacer cosas por sus dioses para propiciarlos y sacrificarles a los dioses y traerles todo tipo de cosas. La gente hoy en día todavía está haciendo lo mismo. Los dioses de la gente todavía demandan cosas de ellos. No pienses que somos libres de la idolatría, ya que si un dios es aquella cosa que es lo más importante en tu vida, aquello a lo que le das tu tiempo y tu esfuerzo y tu energía, aquello que ocupa el lugar primario de importancia para ti, la cosa para la que vives, entonces los hombres tienen muchos dioses incluso hoy en día. El dinero es un dios para algunos. La fama es un dios para otros. Tus hijos pueden ser tus dioses. Tú mismo puedes ser tu propio dios; te puedes venerar a ti mismo. Estoy asombrado por el número de personas hoy en día que veneran a América y lo ponen en un trono como el mayor valor en su vida, la cosa por la que darían su vida, la única cosa por la cual vale la pena vivir. Estos son los falsos dioses que la gente venera en todas partes. Estas cosas continuamente demandan cosas de nosotros. No hacen nada por nosotros, pero debemos trabajar por ellas.
Pablo cancela todo esto. Dice que el verdadero Dios es el que da, el que derrama. Él no necesita nada de ti. No vive en templos hechos por los hombres. Estoy seguro que señaló al Partenón mientras decía eso, ya que era considerado la casa de Atenea, la diosa que daba nombre a la ciudad. Dios no vive en sitios así, dijo, sino que Él es el que te hizo a ti y todo lo que te concierne, y no hay nada que le puedas dar que Él necesite. Él está, sin embargo, dándose a Sí mismo continuamente a ti.
Padre, sé cómo he intentado satisfacer el vacío en mí mismo con algún otro concepto menor que Tú. Nunca puedo hacerlo y, por tanto, estoy inquieto e infeliz, nunca encontrando lo que estoy buscando. Te pido que este gran mensaje tenga su efecto sobre mí como lo hizo en Atenas, y que nuestra sociedad oscurecida sea liberada de su esclavitud al materialismo y sea lo que Tú tenías la intención que fuera.
Aplicación a la vida
¿Estamos dispuestos a evaluar honestamente y valientemente enfrentarnos y nombrar nuestros ídolos personales? ¿Vemos nuestros ídolos como afrentas a la presencia y poder de Cristo en nosotros y por medio de nosotros? ¿Estamos sacrificando nuestro tiempo, nuestras vidas mismas, a esos ídolos, vidas compradas y legítimamente poseídas por Cristo, quien murió por nosotros?