Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo.
Mateo 4:1
En este relato de la tentación de Jesús, lo vemos ir al desierto, llevado por el Espíritu, para ser tentado como hombre. Fue tentado como ser humano; por tanto, Sus tentaciones son nuestras tentaciones. Por eso este relato es tan tremendamente fascinante y práctico para nosotros, porque ésta es exactamente la forma de tentación a la que nos enfrentamos continuamente. Si descubrimos el secreto de cómo Jesús la abordó, sabremos cómo lidiar con la tentación en nuestras vidas.
Fíjese que cuando Jesús fue conducido por el Espíritu para ser tentado, fue llevado al desierto. Esto puede sonarnos extraño. La primera tentación del hombre ocurrió en un jardín, pero esta tentación del segundo Hombre, el segundo Adán, ocurre en un desierto. Generalmente no pensamos en el desierto como un lugar de tentación. Si usted quiere poner a una persona joven bajo presión, mándela a la ciudad. Allí es donde estará expuesta al máximo poder y atracción del mal. Pero esta narración viene a corregir nuestras falsas impresiones y a mostrarnos que no son las fuerzas exteriores las que crean las tentaciones, o las circunstancias o situaciones externas, sino que la tentación nace del interior. Jesús dijo que no es lo que entra en el hombre lo que lo contamina, sino lo que sale de su interior.
Ya puede ver cómo esto rebate la idea equivocada que comúnmente todos tenemos.
Pensamos que nuestros fallos, faltas y locuras se deben a ciertas presiones exteriores.
Si usted escucha a la gente hablar, podrá oír a alguien explicar por qué hizo esto y lo otro.
Dirá: Bueno, no podía hacer otra cosa, dadas las circunstancias
.
O decimos: Es que me convenció para que lo hiciera
.
Pero no son nuestras circunstancias, sino alguna debilidad interior, alguna atracción a la que nos rendimos, alguna ansia interna.
Jesús, por tanto, fue llevado a un desierto solitario, donde nada de fuera pudiera atraerle, sin presiones externas, a un desierto totalmente yermo, para experimentar allí la fuerza extrema de la tentación humana y mostrarnos que ésta sale de dentro.
Señor, confieso que demasiado a menudo culpo a mis circunstancias y a los demás de mi debilidad al rendirme a la tentación. Reconozco que esa tentación no me
ocurrea mí, sino que sale de mi propio corazón.
Aplicación a la vida
¿Cuál es el desierto
al que está siendo llevado en su batalla contra la tentación? ¿Cuáles son las presiones externas a las que está culpando por su debilidad?