Pero ahora dejad también vosotros todas estas cosas: ira, enojo, malicia, blasfemia, palabras deshonestas de vuestra boca. No mintáis los unos a los otros, habiéndoos despojado del viejo hombre con sus hechos y revestido del nuevo. Éste, conforme a la imagen del que lo creó, se va renovando hasta el conocimiento pleno.
Colosenses 3:8-10
Somos exhortados a dejar de hacer ciertas cosas porque podemos dejar de hacerlas.
Somos diferentes, por tanto podemos actuar de manera diferente.
Ese es el llamamiento de la gracia de Dios.
Ustedes se han despojado del viejo hombre
.
Ha sobrevenido un cambio; ustedes ya no son lo que una vez fueron.
Su vida ya no está ligada al viejo Adán sino al nuevo Adán, que es Jesús.
Ustedes se han revestido del nuevo
yo, que está creciendo y aumentando en conocimiento.
Cuanto más aprendan sobre esta nueva vida, más se encontrarán capaces de decir que no a lo viejo.
Su nuevo ser está aumentando en conocimiento, creciendo hasta convertirse en la imagen de Cristo, su Creador.
Por tanto, Pablo comienza la lista de actitudes a las que hay que renunciar.
Primera, ya no tenemos que dejarnos llevar por la ira.
Según las Escrituras, no hay nada malo con la ira en sí misma.
Aquí es una expresión de ira que está por ver, lo que un comentarista llama con exactitud insultos impulsivos o insultos calculados
.
La segunda palabra es enojo
.
Esto se refiere a rabietas temperamentales, cualquier exhibición violenta o ataque, de palabra o de hecho, hacia otra persona.
Eso no significa que se nos librará de la tentación de hacer estas cosas; la vieja vida todavía está merodeando, pero debemos recordar que ya no somos así.
Podemos y deberíamos decir que no, porque somos nuevas criaturas en Cristo.
La tercera palabra es malicia
, ese odio silencioso y oculto del corazón que se toma venganza en secreto.
¿Recuerdan la historia del muchacho que se vengó de sus torturadores escupiendo en su sopa antes de servírsela?
¿Ha escupido alguna vez en la sopa de alguien?
Es un acto de venganza inspirado por la malicia.
En cuarto lugar, la blasfemia
.
Esto es un ataque a la fama de otra persona, murmurando cosas sobre ella, verdaderas o falsas, que destruyen su reputación.
Eso es maledicencia.
A usted le pueden demandar por ello en el mundo, porque incluso el mundo reconoce que está mal.
En quinto lugar las palabras deshonestas
, el lenguaje infame, las palabras crudas y groseras, las palabrotas a las que los cristianos podrían recurrir en momentos de dolor o daño repentinos.
Todos conocemos la tentación de hacer esto, pero tenemos que desecharlo, porque ya no es lo nuestro.
La sexta palabra es la mentira
, falsedad que produce sospechas y destruye la confianza.
Quizás todos estamos secretamente de acuerdo con el niño a quien le preguntaron qué era una mentira y replicó: Una mentira es una abominación para el Señor, ¡pero una ayuda muy oportuna en tiempo de problemas!
.
Pero pagamos un precio terrible por mentir al destruir la confianza y despertar la sospecha.
Veremos que es difícil conseguir que confíen en nosotros de nuevo.
Muchos cristianos están confusos sobre cuándo están siendo hipócritas. Nadie, desde luego, quiere ser hipócrita. Pero muchos cristianos piensan que están siendo hipócritas porque conocen sus propias tentaciones interiores y, sin embargo, van a la iglesia y cantan los himnos, etc. Lo que dice la Biblia, no obstante, es que un cristiano es un hipócrita cuando cede ante estas cosas malas. Entonces es cuando ya no está siendo lo que verdaderamente es. Usted está siendo como verdaderamente es cuando alaba a Dios y responde con amor, gozo y paz. Usted es un falso, un hipócrita, cuando cede ante las actitudes y prácticas malvadas.
Señor, cambia mi pensamiento, porque el crecimiento y el cambio empiezan ahí. Enséñame a pensar, no de acuerdo con mis propios instintos humanos, sino de acuerdo con la verdad tal como se revela en Tu Palabra.
Aplicación a la vida
¿Hay relaciones donde la ira, el enojo, la malicia, la calumnia o las palabras deshonestas se aceptan? Vuelva a su verdadero ser en Cristo y deseche estas cosas.