Antes bien, nos recomendamos en todo como ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribulaciones, en necesidades, en angustias, en azotes, en cárceles, en tumultos, en trabajos, en desvelos, en ayunos; en pureza, en conocimiento, en tolerancia, en bondad, en el Espíritu Santo, en amor sincero.
2 Corintios 6:4-6
Los traductores han oscurecido las divisiones que el apóstol indica en este párrafo. Hay tres grandes grupos de pensamiento. El primer grupo trata con las presiones adversas que un cristiano puede encontrar en la vida. El segundo grupo describe el carácter que debe mostrar en medio de estas presiones. Y el tercer grupo trata de los resultados producidos, buenos y aparentemente malos. ¡Pablo ejemplifica plenamente todas estas cosas! No es probable que seamos llamados a soportar todas estas experiencias, pero seguramente se nos pedirá soportar algunas de ellas. Recordemos que el mundo que nos rodea nos está observando, y sólo la manifestación de lo que Pablo enumera aquí dirá algo a favor de nosotros ante aquellos que nos observan.
La clave de todo esto es la paciencia
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Esto significa muchísimo más que simplemente aguantar estoicamente.
Incluso un no cristiano puede soportar las adversidades en ese sentido, y algunos se enorgullecen mucho de su habilidad para hacerlo.
La palabra griega usada aquí es hupomone, la cual va más allá de eso.
¡Es el triunfo valiente que afronta toda la presión y emerge con alegría!
No sólo se niega a quebrarse bajo la presión, sino que está realmente agradecido por la oportunidad de aguantar, sabiendo que traerá gloria para Dios.
¿Cuál es el secreto de tal paciencia?
Nunca fue porque Pablo apretara los puños y con su voluntad determinada mostrara al mundo cuánto podía soportar por Cristo.
No, el secreto de una paciencia triunfante era el nuevo pacto: ¡Todo viene de Dios, nada viene de mí!
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Había un carácter que él poseía que le bastaba para todos sus problemas.
Primero, había pureza
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Esto se refiere a que evitaba cuidadosamente todo pecado que contamina o mancha la carne o el espíritu.
Luego, había conocimiento
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Su mente estaba deliberadamente asentada en la verdad tal como la había aprendido de las Escrituras y las revelaciones del Señor.
Tercero, contención
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Pablo era impaciente y arrollador por naturaleza.
Pero, por el Espíritu, aprendió a esperar a que los demás le pudieran seguir el paso, a ser comprensivo con sus debilidades y a esperar serenamente a que el Señor hiciera la labor de corrección.
Finalmente, había amabilidad
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Esto es la dulzura empática del carácter que hace que los demás se sientan a gusto y procura no causar dolor.
Estas cualidades del carácter de Pablo fueron las que le capacitaron para ser paciente.
Pero había algo aún más profundo que esto.
Las cuatro características de pureza, conocimiento, contención y amabilidad eran visibles para los demás.
Pero, incluso más profundamente, en lo hondo de su espíritu, estaban las fuerzas que afianzaban y hacían posible mostrar las cuatro características mencionadas.
Detrás de todo y en la raíz de todo estaba el Espíritu Santo
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Era la constante delicia del Espíritu derramar en Pablo, en todo momento, la vida de Jesús
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Jesús mismo vivía en Pablo, y lo sostenía y empoderaba, del mismo modo que vive en nosotros y nos sostiene y empodera por medio de todas las pruebas y tribulaciones.
Esta vida de Jesús
fue continuamente proporcionada a Pablo a través del Espíritu, lo que explica todo lo que fue e hizo.
¡No es de extrañar que Pablo pudiera lidiar con la vida del modo que lo hizo!
Gracias por el nuevo pacto, Señor. Enséñame a vivir de tal manera que todo venga de Ti y nada venga de mí.
Aplicación a la vida
¿Acudirá al Señor, para que le dé paciencia hoy para enfrentarse a los problemas, adversidades y aflicciones?