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Devoción del 1 de septiembre

¿Por qué duele tanto?

Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de misericordias y Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios.

2 Corintios 1:3-4

En este pasaje se destacan repetidamente dos palabras, tribulación y consolación, y las dos aparecen siempre juntas. La tribulación es lo que actualmente podríamos llamar presión o estrés. Es posiblemente lo que muchos de ustedes estén sintiendo ahora al pensar en ir al trabajo. Es cualquier cosa que haga que sienta usted como si tuviese un nudo en el estómago y que le haga sentirse ansioso o asustado por lo que pueda suceder en el futuro. Es lo que hace que sus días sean agitados y sus noches insomnes. Es algo que le consume la mente y que amenaza su bienestar, negándose a desaparecer y a dejarle en paz, deprimiéndole, oscureciendo el futuro con presagios de desastre.

La consolación es más que animar o una palabra amigable de estímulo. La palabra significa básicamente “fortalecer”. Lo que Pablo experimentó fue el fortalecimiento de Dios, que hizo posible que tuviese un espíritu apacible y tranquilo, para afrontar la presión y el estrés con los cuales vivía.

A mí me parece asombroso cuántos cristianos temen enfrentarse con sus vidas diarias porque se sienten presionados y estresados y tienen el estómago como un nudo, a pesar de lo cual, nunca echan mano de la provisión de Dios para esa clase de presión. Estas palabras no nos han sido dirigidas sencillamente para ser usadas en los problemas religiosos. Podemos usarlas para afrontar cualquier clase de estrés o cualquier clase de problema. El consuelo de Dios y la fortaleza de Dios están disponibles para cualquier cosa que cause estrés en su vida.

Yo digo que muchos no hacen uso de esto. El motivo por el que lo digo es que muestran toda clase de evidencia de que se comportan exactamente igual que cualquier persona que no es cristiana, intentando escapar a las presiones. O si son cristianos, están orando, pidiendo ser rescatados de sus presiones, para que sus problemas sean eliminados. Usted puede siempre darse cuenta de cómo son los cristianos que no han sido bien enseñados escuchando sus oraciones. Ellos oran de manera invariable para que sus problemas sean eliminados o para ser totalmente protegidos de ellos. Todas sus esperanzas tienen que ver con poder escapar de alguna manera, y todas sus reacciones son o bien de preocupación, de murmurar, o de tener un espíritu de queja, de ira o de temor. Esto no es el cristianismo en acción.

Escuche usted a Pablo: “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo”. Él bendice a Dios por las circunstancias de su vida a pesar de tener aflicciones. Llama a Dios el “Padre de misericordias y el Dios de consolación”. Ve la mano de Dios como si hubiese enviado estas cosas a su vida y, por lo tanto, no ora para que sean eliminadas de su vida, a fin de poder escapar de ellas, sino que las ve como oportunidades para que sea liberada la fortaleza de Dios.

Padre, te confieso que con frecuencia me siento malhumorado en lo que se refiere a mis dificultades, y las resiento. No quiero aceptarlas; quiero que sean eliminadas, o me vuelvo rebelde y me quejo. Señor, ayúdame a confiar y a tener paz.

Aplicación a la vida

En tiempos de sufrimientos y de problemas, ¿encontramos nosotros significado y consuelo sabiendo que estamos siendo capacitados para servir a otros por causa de Jesús?

Esta devoción diaria fue inspirada por un mensaje de Ray

¿Por qué duele tanto?

Lea el mensaje de Ray